Entre Sal y Agua: La tragedia de la Victoria y El ACNUR

Por La Redacción

Tragedia en La Victoria: ¿Corrupción o Incompetencia?

La reciente tragedia en la Penitenciaría Nacional de La Victoria ha dejado al descubierto una serie de decisiones cuestionables adoptadas por el Ministerio Público y, por supuesto, apoyadas (o más bien toleradas) por el gobierno del Presidente Luis Abinader. ¿Qué pasó con Las Parras? Esa era la gran promesa para aliviar la sobrepoblación en La Victoria, pero parece que el destino tenía otros planes.

Cuando se decidió construir Las Parras en el municipio de Guerra, se asumía que La Victoria ya no podía más. ¡Vamos! Todos sabemos que ese lugar es como una lata de sardinas, pero ¿qué pasó con Las Parras? Inaugurada en los últimos coletazos del gobierno de Danilo Medina, todos esperábamos que para este momento ya estuviera funcionando a todo vapor, desahogando el problemático sistema penitenciario nacional.

Pero, ¿qué pasó realmente? Con la llegada del nuevo gobierno y la designación de Miriam Germán al frente de la Procuraduría General de la República, comenzó la batida contra la corrupción. ¡Bravo! Pero claro, tenía que caer alguien, y quién mejor que el saliente Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez. Al parecer, a Jean Alain le cocinaron su sancocho por aquel gesto tan poco caballeroso con la juez Miriam Germán en una audiencia del Consejo Nacional de la Magistratura. ¡Karma!

Jean Alain y sus principales colaboradores fueron procesados y encarcelados por alegados actos de corrupción. Y aquí viene lo más gracioso: ¡resulta que Las Parras fue la «prueba de delito»! Sí, así como lo leen. La cárcel construida para aliviar la sobrepoblación en La Victoria terminó siendo una evidencia incriminatoria. Los alegatos no faltaron para retrasar su puesta en operación ¿Cómo se les ocurre construir un centro penitenciario en medio de un pantano? ¿Y luego necesitan 1,600 millones de pesos para terminarlo? Pero espera, ¡aquí viene la joya de la corona! Según Roberto Santana, ex rector de la UASD, con tan solo 280 millones de pesos se podría haber terminado Las Parras. ¡Increíble!

En fin, otro capítulo en la saga de la incompetencia gubernamental. ¿Qué será lo próximo? ¿Una escuela construida en medio del océano? Quién sabe, en este país, todo es posible.

Mientras tanto 13 muerto¿, mal contados

Mientras tanto, en medio de la algarabía política y las excusas absurdas, el incendio en La Penitenciaría Nacional de La Victoria deja un saldo trágico y confuso. ¿Cuántos muertos hay realmente? Bueno, eso es un misterio, porque las autoridades aún no han ofrecido una cifra oficial. ¿Para qué molestarse en contar, verdad? Los medios de comunicación, recurriendo a sus «fuentes generalmente bien informadas», nos dicen que son 13 muertos, pero, ¿quién sabe?

Se dice que la causa del incendio fue un cortocircuito, pero claro, los bomberos aún están investigando, aunque conociendo la eficiencia del sistema, no esperemos demasiado de sus conclusiones. Algunos más escépticos llaman la atención sobre el cambio reciente en la comandancia de la cárcel. ¡Una coronela de la Policía Nacional con un nuevo librito bajo el brazo! ¿Coincidencia? Lo dudo. Se rumorea que este incendio fue una especie de castigo, una reacción violenta a las medidas «limpiadoras» que la nueva comandancia quería implementar. ¿Será verdad? Quién sabe, pero lo que sí sabemos es que este incidente estará marcado por las dudas y las sospechas.

¿El número correcto de muertos y heridos? Nadie lo sabe. ¿La causa real de la tragedia? Tampoco. Pero hey, ¿a quién le importa la verdad cuando puedes disfrutar de la incertidumbre y la confusión? Solo en República Dominicana, donde la incompetencia y la corrupción son pan de cada día. ¡Qué país!

ACNUR y su comedia: una mirada sarcástica a la hipocresía internacional

La organización de refugiados de Naciones Unidas, más conocida como ACNUR, parece tener a República Dominicana en la mira desde hace un buen tiempo. Parece que somos el juguete favorito de estas agencias internacionales, junto con la OEA, claro está. ¿Y cuál es el motivo? Bueno, parece que en sus planes estratégicos, República Dominicana siempre ha sido considerada como una salida fácil al drama histórico que enfrenta Haití. Es como si quisieran lavarse las manos del compromiso que realmente deberían asumir frente a las naciones que representan.

La idea es simple: dado que estamos justo al lado, con una frontera que apenas supera los 400 kilómetros, están en un territorio que les garantiza empleo, salud, educación y seguridad a los haitianos. Entonces, ¿por qué molestarse en enfrentar la cruda realidad de un Estado fallido que ha estado sumido en crisis recurrentes, si pueden simplemente buscar soluciones al lado?

Da igual que ambos pueblos tengan orígenes, culturas, idiomas y tradiciones completamente diferentes. Para ellos, la división de una isla en dos partes, una de ellas envuelta en problemas perpetuos, simplemente no tiene sentido. Pero la realidad es que esta comunidad internacional está cargada de hipocresía. En términos prácticos y solidarios, Haití le importa un comino. Es como el trasero del mundo, como lo llamó una vez el ex presidente Donald Trump.

Pero lo más irónico de todo es que, además de ser fuente de difamación y calumnias hacia nosotros, los dominicanos, los haitianos nos miran por encima del hombro. Invaden nuestro espacio, nos acusan de racistas y violadores de derechos humanos, ¡pero al mismo tiempo comen de nuestro plato y duermen en nuestra cama! Si quieres comprobarlo, solo date un paseo por Punta Cana, nuestro principal polo turístico. Quién sabe, tal vez te encuentres más haitianos que dominicanos disfrutando de ese paraíso envidiable. ¡Qué ironía!

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