Francisco Caamaño, un líder antimperialista

Él fue el héroe de la Guerra de Abril, y es recordado con orgullo y admiración en este aniversario 50 de su asesinato

 Por Pedro Ríoseco López-Trigo

Nuestra América ha tenido hombres excepcionalmente revolucionarios, entre los que se encuentra Francisco Alberto Caamaño Deñó, un militar dominicano que fue capaz de liderar la defensa de su pueblo contra la invasión de más de 40 000 marines estadounidenses a su querida Patria.

Él fue el héroe de la Guerra de Abril, y es recordado con orgullo y admiración en este aniversario 50 de su asesinato.

Convertido en leyenda y ejemplo de la lucha antimperialista para las nuevas generaciones de dominicanos y de latinoamericanos, el coronel Caamaño, como le llama el pueblo, nació el 11 de junio de 1932 en Santo Domingo, capital de la República Dominicana.

Hijo de padre militar, siguió su ejemplo ingresando muy joven a la Marina de Guerra de su país, trayectoria que lo llevó al Ejército Nacional, la Fuerza Aérea y la Policía, carrera en la cual ascendió gradualmente hasta el grado de coronel.

Caamaño conspiró con otros militares revolucionarios por el retorno al orden constitucional desaparecido el 25 de septiembre de 1963, cuando fue derrocado el presidente constitucional

Juan Bosch, por un golpe de Estado protagonizado por militares dominicanos reaccionarios, en confabulación con la administración estadounidense del presidente Lyndon B. Johnson. 

Menos de dos años después, la insatisfacción generó el levantamiento cívico-militar del 24 de abril de 1965, para restablecer el Gobierno de Bosch y la vigencia de la Constitución que había promulgado el 29 de abril de 1963.

Estos hechos, y el manoseado pretexto de proteger la vida de ciudadanos estadounidenses, fueron la justificación que la Casa Blanca utilizó para ordenar la invasión, ejecutada por la cacareada 82da. división aerotransportada, con apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA). Caamaño fue, casi desde sus inicios, el líder indiscutible de la resistencia.

Logró, por primera vez, fundir en un solo cuerpo combativo a soldados progresistas y al pueblo, repartiendo las armas del arsenal militar entre los trabajadores de los barrios pobres de la capital.

En pocos días controlaban el Palacio de Gobierno, y el 3 de mayo de 1965 es electo Presidente de la República por el Congreso Nacional, iniciando un periodo inédito de protagonismo político de los sectores populares, en alianza con los militares patriotas.

Los invasores yanquis bloquearon la capital y masacraron indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños, para «restaurar la democracia» en la nación caribeña.

El conflicto político y militar culminó el 3 de septiembre de 1965, con la firma del Acta de Reconciliación, un hecho sobre el que Caamaño dijo: «A pesar de la frustración momentánea que en esos trágicos días sufriera la Revolución, el Gobierno Constitucional decidió defender sus derechos. Naturalmente, ante la violencia y la fuerza del poderío norteamericano, representado por más de

40 000 soldados, ya no era posible el triunfo armado del movimiento democrático dominicano. Tuvimos que negociar con los invasores, a fin de conservar parte del tesoro de democracia que habíamos comenzado a crear.

«Se vislumbraba ya la victoria de las armas democráticas, y cuando estábamos a punto de lograrla plenamente, Estados Unidos de América se interpone, invadiéndonos para salvaguardar los peores intereses y las más ruines ambiciones», denunció.

El ejemplo de Caamaño, al liderar la resistencia popular frente a la invasión yanqui, ha quedado grabado en el pueblo dominicano y en los revolucionarios del mundo como un gesto heroico de patriotismo y entrega.

Durante su exilio en Londres, Caamaño comprendió el papel histórico que le correspondía, estudió el pensamiento marxista, la experiencia revolucionaria de otros países, y se preparó para continuar la lucha por la definitiva liberación del pueblo dominicano.

Se preparó para luchar por una auténtica revolución en su país, y con ese propósito regresó clandestinamente a su Isla, con un pequeño grupo de hombres, el 3 de febrero de 1973, pero es detectado por el Ejército, herido en combate y asesinado.

Su ejemplo revolucionario y antimperialista vivirá siempre, como el himno que el propio Caamaño compuso en 1970: «Volvemos a combatir / como lo hicimos en abril / contra el yanqui invasor / volvemos a combatir / volvemos a combatir / pues queremos patria libre / patria libre o morir».

Fuente: Periodico Granma, Cuba

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