God Save the Queen

El deceso de Elizabeth II impactó al mundo

José del Castillo Pichardo

A raíz del deceso de Elizabeth II, tras un portentoso ejercicio de 70 años de reinado que superó en 7 los 63 de Victoria, algunos de nuestros últimos embajadores ante el Reino Unido testimoniaron sus experiencias en la prensa. Iniciando por Hugo Guiliani Cury, quien el 27 de junio del 2019 presentó cartas credenciales ante la reina acompañado de su consorte Laura Messina, destacando en su atuendo el sombrero de copa que utilizara el abuelo de ésta, Lic. Temístocles Messina, en la ceremonia de coronación de Elizabeth II el 2 de junio 1953, cuando fungía de embajador en Londres.

Para esa oportunidad, el presidente Héctor B. Trujillo designó una delegación en misión especial encabezada por el secretario de Estado sin cartera Manuel de Moya Alonzo e integrada por las señoritas María de los Ángeles Trujillo Martínez y Lourdes Marchena Martínez.

Días después, el 10 de julio, el cónsul dominicano en Londres Luis Bernardino -hermano menor de Félix W y Minerva- dispararía cinco balazos al agregado militar Octavio de la Maza, quien respondió con un certero disparo mortal. De la Maza, herido y hospitalizado junto a Bernardino, sobreviviría, para ser asesinado en 1957, víctima de la cadena de limpieza de evidencia del secuestro y muerte de Galíndez. Afrenta de sangre que cobraría Antonio de la Maza el 30 de mayo del 61.

“Lady Di y Yo”, una enjundiosa crónica del Dr. Milton Ray Guevara, quien acudiera a Londres en noviembre 1985 con su esposa Dra. Iraima Capriles a presentar cartas credenciales como embajador concurrente en Reino Unido, al cerrarse las sedes diplomáticas en ambos países bajo el gobierno de la Thatcher. El actual presidente del Tribunal Constitucional era entonces embajador en Francia y debió cruzar el Canal para cumplir el encargo del presidente Jorge Blanco. La pareja prometió y cumplió a Elizabeth II bautizar con su nombre a una futura descendiente.

Como resalta en ambos casos, el perfil de nuestros embajadores en Londres ha estado reservado para personalidades de cierto relieve. El economista Guiliani, antes de llegar, había sido gobernador del Banco Central, ministro de Finanzas e Industria y Comercio, embajador en Washington, Qatar, Líbano. El jurista Ray Guevara, con sólida formación de postgrados en Francia, fue parte del staff palaciego del presidente Guzmán, cónsul general en New York y embajador en Francia. Aparte de la brillante carrera posterior como senador, ministro del Trabajo, redactor de la Constitución del 2010.

En los últimos tiempos otros nombramientos han comprendido al periodista Aníbal de Castro, egresado de la Universidad de East Anglia, director de Ultima Hora y Diario Libre, y de la revista Rumbo. Acreditado en 2004 ante el Reino Unido, realizó un trabajo meritorio que le ha franqueado su carrera diplomática en Estados Unidos, España, Bélgica y la Unión Europea.

Su reemplazo en Londres en 2011 recayó en el joven economista Federico Cuello, doctorado de la U. de Illinois, viceministro de Economía, embajador en la ONU, Bruselas y Ginebra, actualmente en Qatar. Durante 8 años desplegó en Reino Unido una de las más dinámicas gestiones de la nueva diplomacia dominicana. Apuntalando nuestras exportaciones de banano, mango y aguacate, cacao, cigarros, ron, y el destino turístico dominicano.

Vale consignar que Sir Robert H. Schomburgk, tan temprano como 1848, fue nombrado por la reina Victoria cónsul de Inglaterra en Santo Domingo. Durante nueve años realizó exploraciones geográficas, arqueológicas y botánicas, resaltadas por Cordero Michel y Vega en la obra Asuntos Dominicanos en los Archivos Ingleses.

Nuestra representación en Reino Unido ha contado en el pasado con figuras de la talla del jurista Julio Vega Batlle y del médico Luis F. Thomen, dos ases de la diplomacia en la Era de Trujillo, revelando el rango singular dado a esos nexos.

Desde inicios del siglo XX, políticas arancelarias de EE. UU. a favor de los azúcares de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Hawái empujaron nuestros azúcares hacia el mercado inglés. El triunfo de la revolución en 1959 y las expropiaciones de intereses norteamericanos en Cuba, ensancharía nuestra presencia en el mercado de EE.UU. al prorratearse la cuota azucarera cubana.

Héctor García Godoy -presidente provisional entre 1965/66 durante la Ocupación Militar Norteamericana, a cargo del proceso que culminó con las elecciones del 1ro de junio del 66 que ganara Joaquín Balaguer- venía de un dilatado fogueo diplomático cuya experiencia principal se verificó en la capital del Imperio Británico. Entre 1956 y 1963 anduvo en funciones en Londres, donde fue ministro consejero y embajador, igualmente en Bélgica, Luxemburgo, Holanda. En los últimos días del gobierno de Bosch, reemplazó como canciller a Andrés Freites, renunciando tras el golpe de Estado.

Nieto del presidente Ramón Cáceres por línea materna e hijo del diplomático y poeta Emilio García Godoy, vástago éste del escritor y educador Federico García Godoy, el joven Héctor realizó sus estudios de high school en Washington y Ponce, graduándose en derecho en la Universidad de Santo Domingo. A mediados de los 40 inició su carrera diplomática en Costa Rica y Nicaragua, trasladado luego al departamento consular de la Cancillería. La banca también le esperaba: Banco de Reservas, Superintendencia de Bancos y la vice gobernación del Banco Central.

Con el ascenso de Balaguer a la presidencia en 1966, García Godoy asumiría la representación diplomática en Washington, hasta 1969, cuando retornaría al país para ponerse al frente del Movimiento de Conciliación Nacional como aspirante presidencial, falleciendo en 1970 de un infarto fulminante. Caracterizado por su jovialidad, García Godoy casó con Matilde Pastoriza Espaillat, descendiente del presidente Ulises Francisco Espaillat.

Otro diplomático de nota fue el Dr. Alejandro Espaillat Grullón. Con estudios de high school en Estados Unidos, se matriculó en 1924 en la Universidad de París, doctorándose en Medicina en 1933. Fue el primer director del Hospital José María Cabral y Báez (1946-54) y ocupó la gobernación de Santiago y una curul senatorial. Reputado como uno de los mejores radiólogos y cirujanos, formó discipulado. Con dominio del inglés y el francés, este distinguido galeno fue destinado al servicio exterior, encabezando las embajadas dominicanas en Argentina, donde lo conocí en los 60, Francia, Bélgica e Inglaterra.

A la llegada del coronel Caamaño a Londres como agregado militar, en enero del 66, el Dr. Alejandro Espaillat oficiaba como embajador. Le acompañaba en la misión Víctor Cabral Amiama, sobrino de Luis Amiama, quien haría de facilitador del líder de la revolución constitucionalista bajo instrucciones de García Godoy. Sus notas sirvieron a Hamlet Hermann para ensamblar la obra Caamaño en Europa: 1966-1967. En 2020 el AGN publicó Los Sucesos de 1965 en la República Dominicana según los Archivos Ingleses.

Al momento de la desaparición de Caamaño desde el hogar en La Haya del agregado militar Héctor Lachapelle Díaz (24 de octubre 1967, 11 pm), para emprender ruta hacia Cuba (Operación Estrella), nuestra embajada en Londres se hallaba servida por el veterano diplomático Porfirio Herrera Báez, designado por el presidente Balaguer. La extracción de Caamaño de Europa se convertiría en uno de los dolores de cabeza de los servicios de inteligencia.

Herrera Báez fue canciller entre 1956/61 y tuvo activa presencia en los foros internacionales como fogoso expositor bajo la Era de Trujillo. Inició su carrera como secretario de 2da clase en Washington en 1941. En el 61 fue enviado ante el Vaticano. Al retorno de Balaguer en el 66 regresaría al ruedo en Europa en calidad de embajador en Portugal e Italia, en adición a Gran Bretaña. Hombre culto, Herrera Báez publicó varias obras, radicándose en sus años finales en Barcelona, colaborando con columna en El Caribe. Su libro Memorias del Pretérito Inocente me llegó como obsequio con una amable dedicatoria.

Alfredo Arturo Ricart Pellerano, cariñosamente Cuncún, egresado de la U. de Villanova, Pennsylvania, fue uno de los diplomáticos estrella que tuvimos en el siglo pasado, cuyo escenario principal fue Londres, donde llegó como primer secretario en 1962, desempeñándose en 1964 en calidad de cónsul general y regresando en 1971 hasta 1975 como ministro consejero de nuestra legación.

Cuncún -todo un personaje talentoso y simpático, siempre elegante, a quien traté junto a su amable padre Baby Ricart en las oficinas ejecutivas del Listín Diario– tuvo un interregno como asistente especial del presidente provisional Héctor García Godoy entre 1965-66, con quien había laborado cuando éste fue embajador en Londres. Designado García Godoy al frente de la embajada en Washington por Balaguer en 1966, Ricart Pellerano lo acompañó como cónsul y delegado alterno ante la OEA hasta 1969, cuando aquél renunció.

La carrera diplomática de este estelar de las buenas maneras y el talento negociador se vio coronada con la asunción de la embajada dominicana en Londres en 1975, función que sería ampliada a la de delegado permanente ante la Organización Internacional del Azúcar -cuyo consejo directivo presidiría, al igual que el grupo de países productores exportadores- y ante la Organización Internacional del Café.

Desde 1983 fungió como decano del cuerpo diplomático acreditado en Gran Bretaña e Irlanda del Norte, encabezando en Ginebra las negociaciones de la Conferencia del Azúcar que dieron origen al Convenio Internacional de 1984 que regularía el comercio de este renglón, predominante por décadas en el portafolio de nuestras exportaciones.

Como una simple nota de un joven estudiante que residía en Santiago de Chile entre 1966-71, deseo consignar que en 11 de noviembre de 1968 arribó en visita de una semana a esa nación procedente de Brasil la reina Elizabeth II, quien se paseó desde La Moneda por Alameda Bernardo O´Higgins en automóvil descapotado junto al presidente Eduardo Frei. Cuyo despliegue, sobriamente elegante, disfruté presencial confundido entre la multitud. God Save the Queen.

Fuente Diario Libre

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