Jet-Set, vayamos al meollo

Nelson Marte

Cuando despejemos la paja del trigo frente a la tragedia que nos abate por el desplome del techo de la discoteca Jet-Set.

Cuando haya bajado la congoja de nuestros corazones y secado lágrimas arrancadas por los dolorosos testimonios de los sobrevivientes.

Cuando se afinque serenamente el criterio de que la tragedia tiene que ser escrupulosamente indagada, en el espíritu de “qué pasó, por qué pasó y cómo pasó” en que lo advirtió el presidente Luis Abinader y que, lógicamente, sean establecidas las consecuencias de lugar.

En el momento en que pongamos todos esos aspectos en su lugar, tendremos que relievar el fondo, el meollo de por qué nos ocurren tragedias como la del Jet-Set, que de alguna manera se asemeja en características a los percances acaecidos hace algún tiempo en Villas Agrícolas y San Cristóbal, también con resultados de víctimas mortales.

Al disponer ahora medidas coyunturales para adoptar previsiones legales, de corrección y mantenimiento estructural sobre todo en locales que aglomeran gente en espectáculos y evento.

Entonces caeremos en cuenta de que todas las tragedias de ese tipo son resultado neto de nuestro mal de males.

Ese mal de males es nuestra vieja costumbre de no cumplir y ni hacer cumplir leyes, ordenanzas, reglamentos y otras disposiciones establecidas para prevenirnos de accidentes y sucesos tan dolorosos.

Y todos esos incumplimientos e inobservancias se resumen en la falta de institucionalidad, carencia del ordenamiento general que debe imperar en la convivencia civilizada de una democracia moderna.

Y esa falta de institucionalidad viene de arriba, del mal ejemplo que dan los líderes políticos, presidentes, legisladores, funcionarios y empresarios poderosos que se saltan la Constitución, las leyes y toda norma para acomodarlas a su conveniencia y beneficio.

Precisamente el presidente Luis Abinader está sembrando el ejemplo de que para tener un país más organizado y justo debemos fortalecer la institucionalidad desde arriba, desde el máximo poder de la República.

Empezó por instaurar el respeto a la independencia y separación de los poderes del estado, incluyendo al electoral, contralor y municipal, además de los legislativo y judicial y constitucionalmente cercenó la ambición continuista de los presidentes de la República.

La gente común viola la ley por mala conducta aprendida de los de arriba.

Desoigamos tanta cháchara anecdótica,   insustancial y sesgada por intereses particulares e insistamos en la institucionalidad que genera el respeto a las normas sustantivas y adjetivas que nos libran o atenúan de accidentes como el de Jet-Set.

Hoy

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