La mayor crisis de la BBC en décadas
Por Mark Landler

The New York Times
Resulta tentador considerar que la renuncia repentina de dos altos ejecutivos de la BBC el domingo por la noche, a raíz de las críticas mordaces del gobierno de Donald Trump, es una extensión de la presión que el presidente Trump ha ejercido sobre los medios de comunicación en Estados Unidos.
Los ejecutivos renunciaron después de que se filtró un memorándum que decía que la BBC había editado de forma engañosa un discurso de Trump que precedió a los disturbios del 6 de enero en el Capitolio estadounidense, al empalmar comentarios que en realidad estaban separados por unos 50 minutos.
Pero la British Broadcasting Corporation no es CBS ni ABC, empresas que llegaron a acuerdos en las demandas interpuestas por Trump por la cobertura que hicieron de él. Su crisis actual —la más grave que ha enfrentado la BBC en décadas— tiene menos que ver con Trump, dicen los expertos, que con las tensiones insolubles de un renombrado servicio público de radiodifusión que opera en un mundo amargamente dividido.
Vilipendiada por enemigos políticos que la acusan de parcialidad crónica —en este caso, hacia la izquierda— y objeto de ataques de medios de comunicación rivales resentidos por su financiación pública, la BBC es un balón de fútbol perenne en las contiendas políticas británicas. Con su alcance mundial, también se enfrenta regularmente a gobiernos extranjeros, como los de India y Estados Unidos.
Una serie de dolores de cabeza
El documental sobre el 6 de enero fue el catalizador inmediato, pero las salidas del director general de la BBC, Tim Davie, y de la directora ejecutiva de BBC News, Deborah Turness, se producen tras una serie de disputas sobre la cobertura de otros temas delicados, como la guerra entre Israel y Hamás y los derechos de la comunidad transgénero.
Davie, un veterano ejecutivo de la BBC cuyas raíces están en la publicidad, no en el periodismo, ha tenido que capear una crisis tras otra desde que fue nombrado director general en 2020.
A Davie se le ha criticado por no haber actuado con mayor rapidez en el caso de un presentador de la BBC acusado de conducta sexual inapropiada. También se enfrentó a una revuelta tras suspender a un popular locutor de fútbol que había comparado la política del gobierno conservador hacia los solicitantes de asilo con la de Alemania en la década de 1930.
En 2024, Davie volvió a estar bajo la lupa por lo que, según los críticos, fue un fracaso a la hora de abordar las acusaciones de conducta física inoportuna y lenguaje inapropiado hacia sus colegas por parte del presentador de MasterChef, Gregg Wallace.
La guerra entre Israel y Hamás trajo nuevos dolores de cabeza. Un documental de 2025, Gaza: How to Survive a War Zone, fue objeto de duras críticas tras hacerse público que el padre del narrador, de 13 años, era un funcionario de Hamás. Davie retiró el documental del servicio iPlayer de la BBC, afirmando que había perdido la confianza en la cinta.
El verano pasado, Davie volvió a estar contra la pared cuando la BBC no censuró a Bob Vylan, un dúo inglés de rap punk, después de que animó a una multitud en el Festival de Glastonbury a gritar “muerte a las FDI”, en referencia al ejército israelí.
El factor Trump
Incluso antes de que Trump entrara en la ecuación, la BBC era blanco habitual de conservadores como Boris Johnson, ex primer ministro británico. Recientemente, Johnson pidió que se realizaran despidos a raíz del documental sobre el 6 de enero.
Nigel Farage, el populista de derecha que lidera el partido antiinmigración Reform UK, acusó a la BBC de “interferencia electoral”. Dijo que había discutido el asunto con Trump el viernes pasado y que el presidente de Estados Unidos había expresado sus sentimientos de “forma nada citable”.
A pesar del constante estruendo de críticas, la BBC goza de más confianza entre los telespectadores que las principales cadenas estadounidenses, según un estudio del Centro de Investigaciones Pew. Durante el mandato de Davie, también ha prosperado en la programación de entretenimiento.
El gobierno británico ha ofrecido a la BBC un apoyo cualificado, aunque el papel de Trump en el drama ha puesto al primer ministro, Keir Starmer, en una situación incómoda. Ha intentado evitar el conflicto con Trump en temas como los aranceles y la guerra en Ucrania. El lunes, altos funcionarios describieron la protesta como un “momento de aprendizaje” para la cadena. Incluso los defensores más acérrimos de la BBC estuvieron de acuerdo.
“Lo mejor para la BBC es hacer un reinicio y abordar estas cuestiones”, dijo Claire Enders, analista de medios de comunicación en Londres. “Que la BBC manifieste parcialidad política es lo más peligroso que podría hacer en este mundo”.
The New York Times

