La Navidad siempre será lo mismo

Federico A. Jovine Rijo

La historia es un reflejo del poder, de cómo se entienden, se asumen y se aceptan las diversas formas en que se expresa. El tiempo, más allá de una dimensión física es una variable política, acaso la principal de todas, porque permite justificar –yendo al pasado– las situaciones del presente, y consolidar la estabilidad política proyectando un futuro promisorio.

Hoy celebramos la navidad, la natividad de nuestro Señor Jesucristo, y lo hacemos aún a sabiendas que el 25 de diciembre es una fecha que está más vinculada, al Sol Invictus; al ciclo solar pagano -Saturnalias, Yule, Koleda–; o a las festividades judías –Janucá– .etc.

Si Jesús nació un día como hoy, da igual, porque lo que importa es el simbolismo, la concreción de su materialidad. Si es 2023 –según el cálculo fallido de Dionisio el Exiguo–, o si debiera ser entre el 02 y el 07 A.C, también da igual, porque para los creyentes, su nacimiento fue real, y todo el relato posterior que se construyó desde el poder es supletorio, porque ese hito partió la historia, y dos milenios después aún lo seguimos celebrando.

En navidad rememoramos y recordamos el nacimiento de nuestro Salvador, el cordero que vino a sellar con su sangre la Nueva Alianza, y en torno a este misterio, la temporalidad de los hombres construyó relatos justificativos, y en las muchas luchas del poder, celebrar o no la navidad llegó a representar no sólo comulgar con un credo, sino también someterse a los dictámenes de un poder que ataba y desataba en la tierra los hilos del cielo.

Pero mientras ese poder se debatía y mataba por esto, el pueblo asumió la Navidad como una celebración y también como una fiesta. Siendo la forma parte del fondo, la gente la celebra en familia, en la intimidad que da la cercanía a las personas queridas, los amigos; se renuevan lazos primarios, vecindades; se exaltan los pilares fundamentales que unen la sociedad: la solidaridad, la compasión, la familia. Y es que navidad es un tiempo para no sólo para celebrar, también para compartir; para rememorar al pasado y recordar a quienes no están; mantener vivas las costumbres que nos recuerdan que somos parte de un colectivo mucho más amplio y que se va manifestando a través de nuestra gastronomía, música, bailes, etc.

Si hoy navidad no es lo que era antes, es porque nuestra sociedad tampoco lo es. Occidente ha devaluado y monetizado todo, y ya cualquier cosa no tiene más valor que el que el mercado pueda asignarle a través de un precio. Aún así, esperamos con ansias que el año discurra entre las páginas del calendario y aguardamos con ilusión el día de hoy; el momento en que compartimos en familia nuestros mejores anhelos, nuestra mejor sonrisa y las cosas que más valoramos.

Quizás, estemos asistiendo a nuevas forma de celebrar el nacimiento del Rey de Reyes y no nos estemos dando cuenta; total… en 2023 años de historia, no sería la primera vez que ocurriera.

Listín Diario

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