La República Dominicana, un infierno en el Paraíso.
Lina Paulino
Periodista y psicóloga clínica.
Cuando veo las páginas sangrientas que arropan a la República Dominicana, me enfoco en los comentarios de las personas que dan seguimiento a dichas informaciones en las redes sociales, y las opiniones emitidas allí son tan escalofriantes como la noticia misma.
La desesperanza y la falta de Fe, que se evidencia en los y las dominicanas es alarmante, nadie apuesta una Mota a que las cosas puedan cambiar, a que la justicia se impongan, a que los gobiernos hagan algo, a que la delincuencia se reduzca, a que se termine el caos, o simplemente a que pueda haber un poco de seguridad, equidad y paz.
Comentarios como: Los policías son los principales delincuentes, eso se va a quedar así, el que cree en políticos no cree en Dios, de aquí hay que irse, o hace falta Trujillo, son de las frases más educadas que se pueden escuchar ante la impotencia de un pueblo que no ve salida y que cada día sale a la calle pidiendo que el infierno que no se interponga en su camino.
Sólo la necesidad, el instinto de sobrevivencia, y el obligado compromiso humano del día a día, hace que el dominicano serio y trabajador, se arriesgue a capa y espada, y con el credo en el corazón como decían nuestros abuelos a salir a las calles, para buscar el sustento de su familia, con el temor constante a que, el famoso Cuco de nuestra infancia le salga en cualquier esquina para meterlos entre un saco.
Los Dominicanos caracterizados como un pueblo alegre y servicial, paradójicamente se ha convertido en una verdad declarada hace mucho tiempo atrás, por nuestro poeta nacional Don Pedro Mir, en un pueblo, ¨sencillamente triste y oprimido, un país pequeño y agredido.
No tengo palabras de Esperanza humana que dar en este artículo, solo mi Fe cristiana confiesa un cambio divino y sobre natural, y que podamos ser alcanzados por la misericordia del altísimo, al tiempo de orar para que se levante un hombre o una mujer valiente que aliente al pueblo a generar los cambios necesarios sin miedos, caiga quien caiga, porque mi esperanza es, que si otros países lo han logrado, porque nosotros No, Dominicanos.