La Semana Santa de antes y la de hoy

César Nicolás Penson Paulus

Ayer se inició la Semana Santa con el Domingo de Ramos, sexto domingo de Cuaresma, en conmemoración de la entrada de Jesús a Jerusalén, hace más de 2000 años, montado en un burriquito y siendo un hombre grande era notoria la desproporción de sus piernas, en simbólico acto de “entrada triunfal”. Lo celebran 2,400 millones de cristianos esparcidos en el mundo, aglutinados en religiones que creen que “Jesús de Nazareth es el hijo de Dios, el Mesías profetizado en el Viejo Testamento, que fue crucificado y resucitó al 3er día, para la salvación de la humanidad”. La fijación de la fecha que corresponde a la Semana Santa se hace acorde con el calendario lunar, como el Año Nuevo chino y el Ramadán. La Semana Santa corresponde a la primera luna llena después del equinocio de primavera y por eso a veces cae en marzo y en ocasiones en abril. La celebración criolla ha sufrido grandes cambios durante los últimos años, pasando de un recogimiento casi absoluto, procesiones, revisiones internas, , oraciones, visitar los “monumentos” (las iglesias) que se realizaba el jueves santo en la noche y la mañana del viernes, escuchar las 7 palabras, los sacrificios y limitaciones personales, a un tiempo vacacional para desbordar playas y pueblos del interior, en bullosas concentraciones que nada tienen de celebración cristiana y adonde el alcohol y la música estridente, marcan la tónica. Mientras entonces primaba la “música sacra” y las películas de capítulos y eventos de la Biblia, repetidas año tras año,, muchas emisoras dejaban de trasmitir o la hacían con programación especial, hoy estas mismas hacen unos maratones para reportar accidentes y actividades de concentraciones humanas desbordadas. La señal del acercamiento de la Semana Mayor, la daba la procesión del viernes de Dolores, que se trata de una celebración mariana donde se conmemoran los sufrimientos de la madre terrenal de Jesús, durante la semana Santa y que nos llegó desde España, aunque “suprimida” en el Concilio Vaticano II, los devotos tienen “permisos” para celebrarla. Escuchar las 7 palabras equivalía a un toque de queda nacional: “Las últimas frases que Jesús pronunció durante su crucifixión, antes de morir, tal como se recogen en los Evangelios. Los dos primeros, el de Mateo y el de Marcos mencionan solamente una, la cuarta. El de Lucas relata tres, la primera, segunda y séptima. El de Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta”. El sábado de Gloria, la muchachada de mis tiempos corría al Malecón de Santo Domingo a ver quemar al Judas, en conmemoración de la traición a Jesús, muñeco formado por una estructura de varillas de construcción, cubierto de papel vejiga multicolor y lleno de fuegos artificiales. Era auspiciado por Ramón Saviñón Lluberes (Mon) y la Lotería Nacional que este personaje administraba entonces. No hay dudas del enorme contraste de cuando las tradiciones y la Iglesia Católica, marcaban el paso de la sociedad nacional de entonces e influían en la vida de los ciudadanos criollos. Puede que hoy haya una falta de sintonía entre autoridades religiosas y ciudadanía….

El Caribe

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