“Liderazgo” político de fusilamiento moral-público

Francisco S. Cruz

El gran maestro de la comunicación -el inolvidable Yaqui Núñez del Risco (1939-2014)- fue quien acuñó, entre otras agudas cápsulas educativas, una frase que, hoy, más que nunca, ha cobrado vigencia: “francotiradores de la envidia y los derrotados del triunfo ajeno”.
Esa frase le cabe bien a aquella minoría política -más bien, clan de ultraderecha-trujillista que al no traspasar el umbral del 1% de la simpatía popular, se ha tomado el atajo del fusilamiento moral-político vía las redes sociales y su natural propensión a fomentar odio y venganza.

Y la degradación de esa minoría política y de algunos medios es tan grande que ya ni la forma guarda. Tan grave es el asunto que la palabra “ladrón”, “corrupto” o la incitación al odio y la venganza es cultura o el pan nuestro de cada día en voces -bajezas- de gente de toga y birrete y comunicadores por encargo o camaleónicos “periodistas” que, de gobierno en gobierno, van montando estribos palaciegos de variopintos colores…

Para colmo han encontrado, en las redes sociales, el “gran público” que la gente en las urnas nunca le dio, pues, como aquel vertedero, es una pista abierta para algunos depravados y busca “like” donde todo está permitido y nada se castiga por anonimato (sea propalando noticias falsas o porque muchos prefieren resistir el insulto y no dirimir la ofensa-acusación pública en los tribunales).

Y ya hay, en nuestro país, una minoría política -específica- que a falta de liderazgo democrático (en las urnas), hace tiempo, encontró su nicho en las cloacas en que han convertido algunas plataformas de redes sociales -más “columna” periodística- y, desde allí, acusan, fusilan y deciden quién o no debe ir al paredón mediático o la horca.

La gente lo ignora o no lo sabe, pero ese ejercicio de “hacer opinión pública” vía insultos y acusaciones alegres, es una suerte de dictadura del odio e invitación pública a ejercer “justicia” por cuenta propia sin la espera de la sentencia emanada de la autoridad competente, ni mucho menos el derecho a la defensa, pues la intención es doble: condenar, descalificar e inhabilitar al adversario político antes de la sentencia y acorralar e intimidar al juez…

Y ya deberíamos preguntarnos: qué democracia es la que estamos fomentando y “construyendo”. Pero no, nadie se atreve a ir contra esa jauría de trujillista-ultraderechista (cuyo líder, de cuasi todo ese espectro ideológico, nos merecía otra valoración más democrática; igual dos o tres “izquierdistas de derecha” que cohabitan ahí) de tres votos. Sin duda, estamos ante el reinado de los vengadores de togas y birretes, “hacedores de opinión publica” por encargo y uso y abuso de redes sociales para fusilar adversarios políticos y condicionar-manipular percepción pública para fines políticos-electorales.

El espejo de Brasil y el juez Moro, debería ser un referente y un llamado a la prudencia. A menos que Vengoechea no lo haya subvertido todo (¡Una imagen-foto, “…vale más que mil palabras…”!).

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