Los aspirantes a la presidencia

Miguel Guerrero

Los aspirantes a la presidencia ignoran lo que les espera si llegaran a conseguirla. Lidiarían con desafíos para los que no están probablemente preparados, incluso aquellos que ya ejercieron el cargo. Hoy existen normas más rígidas de control del manejo de los recursos públicos que en ningún otro momento de nuestro acontecer democrático. Los candidatos tal vez no estén del todo preparados para convivir con las redes, por más que hayan apurado algunos anticipos de cuanto ello implica o significa. Ya no es tan fácil conceder contratos de grado a grado y quienes evaden la restricción se exponen a verse ante la justicia. Esa es una realidad, a despecho de que la justicia no funcione y los controles se pasen por alto.

La sociedad civil ha reducido el papel de los partidos, más enfrascados en las luchas grupales que atendiendo sus obligaciones de contribuir a hacer funcionar los poderes y lograr que el Congreso apruebe las leyes esenciales. Esa tradición dificultará los arreglos de conveniencia.

Muchos de los pretendientes al puesto han dado señales tempranas de carecer de la suficiente tolerancia para vivir en paz con los desmanes verbales en las redes. No me parece, y con esto no intento un juicio de valor, que tengan la suficiente templanza para escuchar y leer a diario, mañana, tarde y noche, las exacerbadas acusaciones sobre conductas personales que no se prueban y mucho menos la de escuchar por los medios los epítetos más ofensivos. Estaría por ver si los aspirantes al más alto cargo de la nación tienen flema suficiente para dejar pasar, la acusación de ladrón que a diario se formulan sin que nadie responda por ello.

Y como la tolerancia fortalece la democracia, no sería prejuicio pensar ante tan inocultable realidad, que un arrebato de intolerancia, en cualquier momento, hoy o en el futuro, eche a rodar el clima de libertad que tanto ha costado construir.

El Caribe

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