Más allá de los medios, ¿Dónde andará la supuesta eficiencia administrativa?
Juan Temístocles Montás
Uno de los mensajes reiterados del presidente Luis Abinader es sus más de tres años de gestión es caracterizar su Gobierno como el más eficiente que ha tenido la República Dominicana en toda la historia. Tanto él como algunos de sus más altos funcionarios y los voceros mediáticos del Gobierno no pierden oportunidad de resaltar la supuesta eficiencia administrativa de la presente administración.
Sin embargo, múltiples evidencias del deterioro de una variedad de servicios públicos que operaban adecuadamente en los Gobiernos del PLD, dejan mal paradas las afirmaciones que, a diario y en modo de pregón, son reiteradas en los medios. Como si fueran consignas de campaña.
Presentan serio deterioro, y la población lo sufre, expresa y grita a viva voz, principalmente, los servicios del Metro de Santo Domingo, de la Dirección General de Pasaportes, de las Distribuidoras de Electricidad, del Sistema de Emergencia 911, del Programa de Inmersión de Inglés, y otros.
Asimismo, hay tres áreas críticas de servicio que tiran por el suelo las afirmaciones del Gobierno en torno a su eficiencia. Me refiero al sector Salud, al sector Educación y a la Dirección General de Impuestos Internos.
Una de las grandes aspiraciones de los dominicanos es lograr que se garantice el derecho de la población al acceso a un modelo de atención integral, con calidad y calidez, que privilegie la promoción y la prevención de la salud. Se ha establecido que en el caso de la salud la calidad se mide por “el grado en que los servicios de salud para las personas y los grupos de población incrementan la probabilidad de alcanzar resultados sanitarios deseados y se ajustan a conocimientos profesionales basados en datos probatorios”. Esta definición de calidad de la atención abarca la promoción, la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y la paliación.
Lo que estamos viendo con la epidemia de dengue cuestiona la calidad del servicio de salud. El jueves pasado, la prensa dominicana daba cuenta de que el brote de dengue, que registraba más de 15 mil casos de la enfermedad junto a otros virus respiratorios, presionaba las emergencias y las consultas de salud. Esto es un buen ejemplo de la falta de prevención del actual sistema de salud.
En cuanto al sistema educativo, estamos muy lejos de lograr garantizar un sistema educativo de calidad que capacite para el aprendizaje continuo a lo largo de la vida y propicie el desarrollo humano. La percepción generalizada es que, durante la presente gestión gubernamental, el sistema educativo se ha deteriorado. La República Dominicana sigue en la retaguardia en cuanto a calidad de la educación en América Latina. Seguimos rezagados en matemáticas y lectura, ambos del tercer grado de la educación primaria. Lo mismo ocurre en esas áreas en el sexto grado, y son pésimas las notas en la prueba PISA, que mide la calidad de la educación secundaria.
Por otra parte, una de las grandes aspiraciones de los dominicanos es lograr un sistema tributario progresivo que asegure al Estado los recursos necesarios para propiciar el desarrollo nacional y una distribución equitativa de la renta. En lo que va del actual Gobierno se ha hablado mucho sobre la supuesta eficiencia relativa al mejoramiento de los ingresos tributarios. Desde la DGII se vive vendiendo la idea del crecimiento de los ingresos, con todo y que han tenido que recurrir en ocasiones a pedir adelantos de impuestos al sector empresarial.
La realidad es que cuando evaluamos el comportamiento de los ingresos tributarios en su relación con el Producto Interno Bruto, lo que observamos es que durante los años del Gobierno de Luis Abinader esa relación no ha llegado al 14%, prácticamente la misma de años anteriores.
Todo lo indicado anteriormente nos lleva a afirmar que la cacareada eficiencia del Gobierno es virtual, no es real. Que, por el contrario, lo observado es una administración con alto nivel de ineficiencia administrativa, que está conduciendo el país a retrocesos importantes en avances institucionales y en resultados que se dieron en las administraciones peledeistas.
Más allá de los medios, los resultados de la administración actual no se ven, ni se sienten. ¿Dónde andarán?
Hoy