Odiar en Friusa
Pablo McKinney
En la marcha del domingo en el Hoyo de Friusa no ocurrió nada que lamentar, lo que vino a confirmar que la virgencita de la Altagracia existe y en Higüey reside.
Tal que, como se temía, la marcha fue un escenario demasiado tentador para que servidores del peor “pasado en copa nueva” no lo aprovecharan para proyectar sus legítimas aspiraciones a partir de ilegítimos comportamientos y escatológicos discursos, sabedores de que por su capacidad para convocar al caos y llamar al diablo, la impunidad les está garantizada. (En nuestra democracia siempre ha sido más importante ganar elecciones que pensar en las futuras generaciones).
El grupo convocante, que ante el grupo infiltrado exhibió un comportamiento relativamente ejemplar, tuvo sus 15 minutos de fama, que en algunos años podrían ser todo un periodo de gobierno o dos. No olvidemos que en Argentina hay un presidente que habla con sus perros fallecidos, y en el institucional y modélico Estados Unidos del norte del continente americano, un señor convicto ganó las elecciones presidenciales.
La marcha para odiar en Friusa nos mostró a varios señores, entre quienes (a partir del buen tiempo para el odio, el discurso nazi y el homenaje al trujillismo en que vivimos) podría estar el próximo presidente de la República. Y esto no es broma, ni es un chiste ni un exceso.
Muy mal lo habrán hecho nuestras élites políticas y económicas para que hoy ande el país buscando no un muerto, sino al enterrador de nuestras libertades, ¡ay!, al sepulturero de todo lo logrado en esta perfectible democracia nuestra, que para perfectas las dictaduras.
Ahora que unas hordas boicoteadas por oportunistas politiqueros, acompañadas de inocentes tontos útiles y custodiadas por el fantasma victorioso de Trujillo, avanzan aplaudidas en un mundo patas arriba, ahora, a ver si se decide el gobierno, al alto precio de perder algunos puntos de popularidad, a hacer lo que -por lo mismo- no se atrevieron a realizar los gobiernos peledeístas de Fernández y de Medina: Organizar el tema migratorio, expulsando y regularizando extranjeros según convenga al interés nacional, y a explicarle al país que los haitianos -con o sin documentos- son ya parte fundamental del proletariado nacional, sin los cuales no marcha ni el sector construcción ni la agropecuaria, y la JAD y ACROPOVI lo saben.
Manos a la obra, señor Gobierno, que la ultraderechona está de moda y en 2028 hay elecciones.
Listín Diario