Oposición dividida no gana elecciones
Por José Francisco Peña Guaba
Estimados lectores, tomé prestado el nombre de esta reflexión de un artículo de opinión, cuya redacción es del consultor político colombiano Freddy Serrano Díaz. En su columna, el reconocido estratega explica que los gobiernos de turno son siempre efectivos buscando los votos, todo porque se benefician de administrar los fondos públicos, y más aún cuando gozan del respaldo de las burguesías nacionales.
Esto se traduciría al contexto local en que quienes detentan el poder, en este caso el PRM, tendrán a su favor el voto patrimonial que todo partido oficial que ha dirigido los destinos nacionales ha tenido, como lo fueron en el pasado el Partido Reformista, que gobernó 22 años, y el PLD, que estuvo 20 al frente de la conducción del Estado.
No será tarea fácil ganarle las elecciones a un gobierno que cuenta con un ejército pagado de miles de dirigentes, con una abultada nómina pública, con cientos de miles de beneficiarios de las ayudas sociales, con dinero a borbotones producto de los aportes de los suplidores y contratistas del Estado. Pero es innegable que también le beneficia al oficialismo que siete o más connotados dirigentes y altos funcionarios públicos aspiren a ser candidatos a la Presidencia y se pasen todo el tiempo en campaña, zarandeando a la dirigencia media y de base del PRM.
Una pléyade de beneficios adicionales, que huelga mencionar aquí, hace que los partidos oficialistas deseen convertirse en organizaciones hegemónicas para tratar de durar una estadía larga como inquilinos del Palacio Nacional.
Es precisamente por esa realidad que se hace necesaria e imprescindible la unidad monolítica de la oposición para poderle plantar cara al oficialismo. Solo que para ello, lo primero que tienen que reconocer los actores de la misma, “es que unidos se llega más lejos”.
Expone Serrano Díaz que, sin unidad, las cuentas no dan y que las cifras no estiran, y es por eso que la falta de sensatez le pasaría factura al liderazgo opositor, que por variopintas razones no buscaría construir puentes para realizar acuerdos que le son más que necesarios, obligatorios.
En el caso de nuestra oposición, los conflictos de egos y vanidad, los intereses personales y económicos, la falta de comunicación y no darle prioridad a conformar tan esperada unión hará, nueva vez, que esto termine en una pérdida de la credibilidad política en el electorado que simpatiza con las fuerzas opositoras.
Es por ello que, en el caso dominicano, la Fuerza del Pueblo y el PLD están llamados a entenderse de manera primaria y gestionar, después de este acuerdo, el integrar en una coalición a los otros partidos de la oposición.
La sectaria dirigencia opositora nuestra tiene que buscar fórmulas para hacer alianzas, cediendo espacios, integrando y compartiendo intereses con las minorías para buscar sumar lo que le falte.
Entendiendo que sería imposible un acuerdo de repartición de candidaturas por otros medios que no sea el del voto democrático de los miembros de las organizaciones opositoras, plantearemos, pues, que se busque el mecanismo legal para que se lleve a cabo unas primarias de la coalición opositora, para escoger las candidaturas uninominales, a saber: la Presidencia, Senadurías, Alcaldías y Direcciones Distritales.
En el caso de las candidaturas preferenciales y plurinominales —diputados, regidores y vocales— se pudiesen explorar otras fórmulas de escogencia que garanticen la participación de candidatos de todas las organizaciones miembros de la oposición.
Que sea el voto democrático de los ciudadanos, en unas primarias abiertas, semi-cerradas o cerradas, el que determine cuáles serían los abanderados que se inscribirían en todos los recuadros de la oposición en la boleta electoral.
El que quiera ser candidato a la Presidencia que vaya a las primarias y las gane, así como las demás candidaturas uninominales antes indicadas. Solo así no habría excusa alguna por parte de las organizaciones opositoras para no participar en una gran alianza o coalición, a sabiendas de que todos tendrían candidatos y que, de obtener la victoria electoral, a todas las fuerzas políticas integrantes se les garantizaría ser parte de un nuevo gobierno.
Lo primero que se debe constituir es una mesa para la unidad opositora, para iniciar un diálogo franco entre los partidos y, ahí, se discutan los mecanismos de participación electoral, pudiéndose tomar en cuenta ejemplos como el de la Concertación de Partidos por la Democracia en Chile —que logró mantenerse en el poder por 20 años— o el caso actual del Frente Amplio de Uruguay, que hace pocos meses logró recuperar el gobierno en esa república sudamericana.
Las organizaciones políticas de la oposición primero deben resolver sus problemas internos y abocarse, de manera sincera, a consensuar mecanismos de unidad para conformar una coalición, o estarán destinados —sin que les quepa la menor duda— a morder, nueva vez, el polvo de la derrota en las elecciones pautadas para el año 2028, en donde, de seguro, se mantendría en el poder por cuatro años más el Partido Revolucionario Moderno.
Acento