Pedro Henríquez Ureña en el país

MIGUEL REYES SÁNCHEZ

Pedro Henríquez Ureña, en los primeros días de 1931, recibió una llamada del presidente Rafael Leónidas Trujillo para que colaborara con la educación de República Dominicana.

Su alegría fue manifiesta, al pensar que podía volver a su nación después de 30 años de ausencia, a ocupar una función de su total satisfacción. Aceptó este singular ofrecimiento y preparó su retorno.

En aquel momento, ya la fama de Don Pedro lo catapultaba como un consagrado escritor con más de 40 obras publicadas y uno de los más importantes hombres de letras de Hispanoamérica, admirado por Borges y Sábato, y contertulio de figuras como Andrés Bello y Rufino José Cuervo.

Trujillo invitó a don Pedro a ocupar en su gobierno el cargo de Superintendente General de Enseñanza, en sustitución de su hermano Max, quien pasaría a ser el Secretario de Relaciones Exteriores.

El 15 de diciembre de 1931 el vate dominicano, acompañado de su esposa e hijas, llega desde Argentina al muelle de Santo Domingo.

Vio por primera vez a Trujillo el 22 de diciembre en el muelle de Santo Domingo, cuando descendía del vapor “Frida Horn”, luego de recorrer las doce provincias de la República.

El 31 de diciembre de 1931, Henríquez Ureña primero se juramentaba y luego tomaba posesión de su cargo, con las intenciones de producir una reforma al sistema educativo nacional. Pero cometió un error, fue a su juramentación acompañado de su esposa, Isabel Lombardo Toledano, mexicana, hija de una acaudalada familia y 20 años menor que él, la cual atrajo toda la atención del dictador.

Mario Vargas Llosa es quien revela en la “Fiesta del Chivo”, un episodio donde Trujillo visita la casa de los Henríquez-Lombardo, mientras don Pedro estaba en su trabajo, por lo que doña Isabel: “tuvo el valor de mandarle a decir que no recibía visitas cuando su marido no estaba en casa….Cuando ella se lo contó, don Pedro renunció, partió y no volvió a poner los pies en esta isla”.

Efectivamente, sólo permaneció por 18 meses en el cargo, desde el 31 de diciembre de 1931 cuando tomó posesión, hasta el 29 de junio de 1933, cuando embarcó en el vapor “Macorís” por Puerto Plata hacia París en licencia temporal, para no regresar jamás.

Había dejado una breve misiva de renuncia a Trujillo, para ser entregada cuando él y su familia estuvieran lejos del país.

Regresó a La Plata, Argentina y murió el 11 de mayo de 1946. El dictador pidió el traslado de sus restos a Santo Domingo, a lo que su esposa se opuso rotundamente, y le informó a su cuñado Max, que su esposo, le había dicho, que si moría primero, no permitiera jamás que sus restos volvieran a Santo Domingo mientras Trujillo gobernara.

No fue hasta el 26 de octubre de 1980 que sus restos fueron repatriados y el 11 de mayo de 1981, 35 años después de su muerte, fue llevado al Panteón de la Patria.

Fuente Listín Diario

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