¿Por qué el MINERD y MESCyT no deben fusionarse?
Antonio Ciriaco Cruz
En las discusiones sobre la reforma fiscal se habla de reformar el gasto público. El presidente de la república, Luis Abinader Corona, en su alocución de toma de posesión, el pasado 16 de agosto, se refirió a la necesidad de una reforma del gasto público. Con esta reforma se busca mejorar la calidad del gasto, reclamo de años de la sociedad dominicana.
En ese contexto, se habla de fusionar ministerios, direcciones, programas, entre otros. Incluso, en la reforma constitucional se adelanta la reducción de 53 diputados y la unificación de las elecciones presidenciales, congresuales y municipales.
Por otra parte, se habla de fusionar el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT) con el Ministerio de Educación (MINERD). Sin embargo, esta decisión amerita ser sopesada por su complejidad y transcendencia.
Las políticas y regulaciones de la “educación” han operado en instancias separadas y descentralizadas, aunque con espacios comunes de articulación de políticas como es el “Consejo Nacional de Educación” y el “Consejo Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología”.
Mantener separados ambos ministerios da la gran ventaja que tanto el MESCyT como el MINERD respondan más rápido a las necesidades locales de las universidades y a las necesidades de adaptación a los cambios que induce el contexto global universitario.
Nuestro sistema universitario tiene una alta tasa de matriculación. El número de estudiantes matriculados en las Instituciones de Educación Superior del país (IES), previo a la pandemia, era de 598,549 estudiantes, representando una tasa bruta de matriculados de 64.38 % en un grupo poblacional de 18-22 años, la cual es alta dentro de los estándares de la región.
En países como el nuestro, donde hay macro universidades y el mercado de la educación superior es grande, es recomendable mantener un nivel de descentralización en la educación, con instancias separadas que puedan gestionar más rápido los procesos.
De lo contrario, estaríamos ralentizando esos procesos, generando más costos que los beneficios económicos esperados por la fusión. México, es un ejemplo de lo descrito, allí tendrán dos instituciones que gestionen la educación: la superior y la preuniversitaria.
El Día