¿Qué significa ser racista, señor ministro?

Rafael Acevedo Pérez

Me sentí muy molesto en una actividad donde participaban diversas autoridades y entidades del sector privado, en donde se trató académicamente el tema migratorio y me pareció oír que uno de los ponentes dijo que los dominicanos somos racistas.

La reciente declaración del ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, en algún contexto no académico ni oficial, dijo que los dominicanos somos racistas. Probablemente se habrá referido a la actitud selectiva, discriminativa, que tienen todos los seres humanos ante extraños y gentes cultural y físicamente diferentes.

En ello tienen razón, los dominicanos preferiríamos a los indios claros, blancos trigueños (color trigo) y hasta malteados, o “blancos oscuros”. No nos gustan las pieles muy descoloridas, de esas que nunca les ha dado el sol.

Recuerdo a hermosas y blancas chilenas en Viña del Mar, propensas a darles insolación por exposición al sol, para verse trigueñas al regresar a Santiago.

Y recuerdo que detenían en las calles a Bienvenido y a Radhamés solo para tocarles la piel. A esos morenos distinguidos los adoraban. Dejaron entrar haitianos en masa, hasta descubrir que carecían de costumbres y no había manera de entenderlos por su idioma.

El joven ministro acaso no sabe que antiguamente se diferenciaba, igual que ahora, entre turcos pobres, comerciantes ambulatorios, y a los chinitos pobres “del Mercado”, y a los españoles pobres.

Criollos y extranjeros discriminamos a los socialmente “desfavorecidos”. Seguramente el joven ministro no ha tenido tiempo de profundizar esos temas.

Lo primero es que discriminar no es un pecado, puesto que se trata de un mecanismo de defensa basado en las diferencias culturales, de clase, de idioma y físicas; que existe desde siempre; un mecanismo de defensa de los más comunes y útiles.

Nada más natural y saludable que el temor instintivo a los extraños; muchos grupos sociales se exceden porque suele ser menos riesgosos y más económico discriminar a los otros, cuando no sabemos relacionarnos con ellos, o no tenemos ningún interés en hacerlo.

Películas sobre el sur estadounidense muestran que la blanca princesa de la casa adora a su mucama negra, con quien tiene mucha más cercanía afectiva que con cualquier otro miembro de su familia.
Demasiado poco aplica el término racista a nuestras gentes, cuya identidad cuajó definitivamente por causas de la dominación de los haitianos; un grupo humano no del todo diferente físicamente a nuestras propias gentes; pero sí con creencias y costumbres, e idioma distintos. Verdaderamente racistas y anti blancos, fruto de traumas inenarrables de la brutal dominación francesa.

Isabel Allende enumera decenas de categorías raciales y discriminatorias entre los propios haitianos. Racismo, clasismo y nacionalismo, son mecanismos de defensa universales y complejos.

Duarte ni los independentistas, ni los restauradores, muchos de ellos negros y mulatos, jamás pensaron en el tema.

Actualmente Hollywood y el consumismo inclinan a ser racistas. Los dominicanos tenemos el negro detrás de la oreja… en el pelo, la frente, los labios…

Lamentamos esta novatada, especialmente en el actual contexto geopolítico.

Es adorable, envidiable, inconcebible bendición la apertura del alma del dominicano.

Publicado originalmente en Hoy

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