Las playas de Haití

Juan LLado

Según Jesucristo, “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (San Mateo, 4, 3-4). Parafraseando, no solo de playas puede vivir nuestro turismo. A pesar de que las playas y el clima son los atractivos claves para imantar los turistas hacia la región del Caribe, nuestro producto turístico debe ofrecer otros elementos que lo enriquezcan y lo hagan más competitivo. Paradójicamente, uno de los mejores complementos potenciales sería un Haití pacificado, una situación que ahora mismo tendría que salir “de la boca de Dios”.

Las enormes diferencias culturales y étnicas entre la RD y Haití son una tentadora realidad para un apetecible turismo de multidestino. Según dije una vez sobre eso, “aunque el ‘todo incluido’ sea una gran burbuja que en cierta medida aísla al visitante de los efluvios étnicos y culturales del destino, la imagen de cada país es tan distinta que no podría presumirse indiferencia de parte del potencial visitante. Aunque los dos destinos son de clima cálido («warm-wheather destinations«) y ofrecen básicamente sol y playa como los atractivos principales, su percepción por parte del visitante potencial es de bifurcación obligada. Una situación similar se da con Cuba, un destino que es escogido por muchos por curiosidad sobre su diferente sistema político”.

Aquí no estamos conscientes de que las playas de Haití son un importante componente de una posible complementariedad entre los dos destinos. Si bien las diferencias étnicas y culturales serian el factor clave para que, a priori, un potencial visitante extranjero quiera optar por un paquete vacacional de multidestino, las playas de Haití serían también un poderoso imán que atraiga visitas a su país y para que sus beneficios se derramen hacia el nuestro. Pero por supuesto, las playas haitianas deberán primero atraer las inversiones necesarias para que existan en ellas resorts que sean comparables a los nuestros. Un Haití pacificado atraería mucha inversión hotelera que transformaría nuestra isla en la más exitosa estrella turística en el continente americano.

Para llegar a esa conclusión se requiere conocer la impresionante dotación de playas de nuestro vecino país. Con un litoral de 1,771 kilómetros, alguna vez leí en alguna fuente (que no he podido reencontrar), que Haití tiene unos 900 kilómetros de playas. Mientras, nosotros tenemos un litoral de 1,527 kilómetros (mas 141 de las islas adyacentes) con apenas unos 432 kilómetros de playas. Eso significa que la oferta playera de Haití es más del doble de la nuestra. En el internet se pueden encontrar muchos sitios web que ofrecen breves perfiles de las mejores playas haitianas, pero no aparece un sitio web con un listado exhaustivo de todas. Si nos guiamos por las evaluaciones de TripAdvisor las seis mejores playas son 1) Kokoye, 2) Gelee, 3) Jacmel, 4) Cadras, 5) Grann Do, y 6) Gonaives.

La mayoría de las playas haitianas están concentradas en el suroeste del país. En los gráficos adjuntos podrá apreciarse algunas de las más conocidas playas haitianas. El gráfico que muestra una playa de 26 kilómetros de largo en el sur de Haití fue tomado de una publicación del gobierno haitiano del 2012: “Haiti Investment Brief”.

Con un Haití pacificado, ese tramo playero podría eventualmente tornarse en otro Bávaro-Punta Cana. La mayoría de las cadenas hoteleras internacionales que tenemos podrían rápidamente establecerse en el sur de Haití si estuviera en paz.

Naturalmente, a nuestro país le interesa que el desarrollo de las playas haitianas no le reste al uso de las dominicanas por parte de los turistas extranjeros. Pero eso no debe ser motivo de preocupación, ya que el mercado turístico internacional es “ancho y ajeno”. No será hasta por lo menos diez años que, una vez Haití esté pacificado y con un gobierno estable, los hoteles que puedan plantarse en sus playas competirían con los nuestros. Pero cuando esos resorts existan podrán contribuir al multidestino, haciendo posible que un vacacionista gaste unos días con nosotros y luego se vaya a Haití por el resto de sus vacaciones. De cualquier modo, una visión de futuro permite predecir que, con un Haití estable y en desarrollo, habrá una sinergia entre ambos destinos y lo que le conviene a uno en el campo turístico le convendrá al otro. Con una vigorosa actividad de multidestino será como si la isla fuera “una e indivisible”.

Al comienzo de una nueva etapa de estabilidad y desarrollo en Haití, sin embargo, el multidestino tendrá que aprovechar más los atractivos culturales en vez de las playas. Ese era el caso con los turistas que pernoctaban en Puerto Plata y que visitaban a Cabo Haitiano en una excursión diurna. “La distancia entre Puerto Plata y Cabo Haitiano es de 158 km. La distancia por carretera es de 236.3 km. Desde Puerto Plata se puede viajar a Cabo Haitiano por autobús usando los servicios operados por Caribe Tours, con salida desde la estación en Santiago”. Los tours de Puerto Plata a Cabo Haitiano fueron suspendidos por la pandemia y actualmente no se ofertan por la web.

Tales excursiones podrían multiplicarse con el requerido estimulo por parte de las autoridades de ambos países, incrementando las visitas de turistas que pernoctan en el lado dominicano a través de otros puntos de entrada a Haití. Cuando el proyecto de Cabo Rojo esté caminando, por ejemplo, será posible que muchos de sus huéspedes no solo visiten a Anse Pitre y Jacmel, sino también a Puerto Príncipe. (Una carretera que discurra desde Pedernales a Puerto Príncipe tendría una longitud de unos 80 kilómetros en línea recta, mientras una costera a Jacmel tendría algo menos.) La gerencia del proyecto de Cabo Rojo debe comenzar a planificar la eventual derrama de visitantes al sureste de Haití porque la proximidad la impondrá.

Tarde o temprano Haití estará “pacificado” y las condiciones de seguridad pública y seguridad sanitaria permitirán atraer al mercado turístico internacional. Si bien actualmente no es realista pensar en explotar la complementaridad entre los productos turísticos de Haití y nuestro país, si es posible comenzar a planificar un esfuerzo binacional de desarrollo turístico. Existe una Comisión Bilateral que podría auspiciar algunos preparativos mientras tanto, especialmente si se recurre a la ayuda de la Organización Mundial de Turismo (OMT) para adelantar los trabajos iniciales.

“La palabra que sale de la boca de Dios” dice que debemos estar conscientes de que Haití encierra un enorme potencial turístico que enriquecería mucho nuestro producto turístico.

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