Retruécano de la historia

Miguel Reyes Sánchez

Recientemente fue publicado un artículo de la BBC News de Londres titulado “Los 22 años en los que Haití gobernó Santo Domingo y cómo dieron origen a la actual República Dominicana”, firmado por Darío Brooks, en el que cuenta una historia dominicana totalmente divorciada de la realidad.

Una interpretación histórica plagada de prejuicios como parte de una campaña orquestada contra la República Dominicana, que conlleva una grave distorsión de la historia nacional, arguyendo razones raciales imaginarias, apoyada por intelectuales dominicanos que se prestan a esos menesteres.

Ya el historiador Frank Moya Pons advertía, en la ceremonia de mi ingreso como miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia, que “en los últimos años, se ha venido gestándo en este país y en ciertos círculos académicos de Estados Unidos una corriente intelectual que promueve una nueva ideología racial que enfatiza la equivocada noción de que el color de la piel es un ingrediente más definitorio de la nacionalidad que la cultura, la religión, el lenguaje, las tradiciones y la memoria colectiva. Esa ideología, importada de Norteamérica, ha sido asimilada por algunos intelectuales dominicanos en cuyos escritos niegan o justifican los crímenes de guerra de Dessalines de la misma manera que justifican o silencian el carácter dictatorial del régimen de Jean Pierre Boyer”.

Este artículo es parte de esa denunciada campaña en que se va construyendo una historia plagada de falsedades con “retruécanos interpretativos” para negar que la dominación haitiana fuese: “una dictadura política y militar, descrita con plenitud de detalles por los dominicanos de carne y hueso que, por padecerla durante 22 años, y para escapar de aquella tiranía, firmaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el que explicaron las razones que los movían a separarse de Haití para dedicarse a construir un Estado independiente y soberano”.

Estamos en presencia de esos retruécanos que como bien lo define el diccionario de la Real Academia de la Lengua es una “figura retórica de construcción que consiste en la contraposición de dos frases formadas por las mismas palabras con el orden invertido en una de ellas, con el fin de que presenten un significado contradictorio o antitético”, que es precisamente lo que ocurre en la especie. Se tergiversa la historia para contarla al revés. Y de repente, los villanos se convierten en héroes y los patriotas en truhanes.

La filosofa alemana Hannah Arendt manifestaba su preocupación al considerar “que la manipulación de la historia con falsedades, mentiras u omisiones de hechos, lleva en sí una violencia que antes o después puede estallar”.

Corresponde a los historiadores separar las líneas divisorias entre el hecho, la opinión y la interpretación con su rigor investigador de los hechos, de su contexto, dando predominio a la ética en la búsqueda de la verdad, sin manipular los hechos para tomar partido. Ni tampoco juzgar como si estuviera en un tribunal, estableciendo quienes son los buenos y quienes los malos. La objetividad debe permanecer como base fundamental de la escritura de la historia.  

En ese afán de reescritura, algunos pseudohistoriadores se ufanan en contar una historia dominicana retorcida, con total ausencia de rigor, sustituyendo los hechos por sus opiniones particulares con el fin de avivar el resentimiento. Y así no se puede.

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