Sacrificio para estar vivo en 2024

Oscar López Reyes

Hoy despega vuelo, desde una pista holgada, el atezado avión-calendario anual que ha despertado peculiar atención y expectativa por el advenimiento de dos procesos electorales -municipal y presidencial-, y porque la curva regresiva de la mampara biológica seguirá encalambrándose, los músculos dando más corrientazos y los huesos midiendo mejor el estado del tiempo. El Año Nuevo convida a más privaciones bajo el signo del sacrificio, para supervivir y alargar la vida.

Avisos y vaticinios sobre acontecimientos políticos, económicos y sociales se adelantan para este 2024, que luce alumbrará hallazgos y realizaciones ventajosos y fantásticos. Tenemos que apretarnos el cinturón, mirando por la rendija de la salud y la variedad de planes y actividades, sin hacer caso a las voces agoreras-alarmistas y fatídicas- realistas sobre las amenazas en el balón internacional.

Entretanto, psico-astrólogos de nuestro patio presagian que la economía será mejor de lo que se ha dicho, y ojalá que no sea un simple deseo o un interés por despertar esperanza. Sin desechar los milagros, tenemos que prepararnos para enfrentar contratiempos, y obrar con inteligencia.

Sin que sea una broma, entre la juventud, la adultez y la vejez que se avecinan en la cruzada de las épocas, la chimenea energética empequeñece como el funcionario licencioso y torcido, y para no bajar a destiempo tierra/abajo, como una estrella apagada o ingresar a un centro geriátrico por envejecimiento prematuro, favorece el relajamiento para ahuyentar o jugar con la hipertensión, el colesterol, los triglicéridos, la diabetes, el alzheimer, el parkinson y el cáncer.

En este 2024, imitemos a la mujer más vieja, que duró 127 años, y al hombre arqueológico, que se sacrificó durante 116. El que quiera rondar por esos alrededores tiene que llevarse menos cucharas a la boca, mover más el esqueleto, no chupar nicotinas, engullirse las pastillas como indican los galenos y dominar las emociones para respirar sin agonía y tranquilo.

Se torna insoportable y hasta saca de control a los queridos el que se acompleja por las canas, las arrugas y el acortamiento de la masa corporal; quien no acepta el límite de la supervivencia humana, que el final es inevitable, o quien se ponga mal humorado, recordando con nostalgias aquellos viejos tiempos.

Más conviene, en este 2024, sentir alientos, ir todos los meses al médico, repartir como herencia los chelitos que se tengan y escribir un testamento; preparar el nicho y los papeles para los funerales, pero mientras tanto camine, ríase y goce porque, en el instante menos esperado, ¡fua…se fue la luz!

Saliéndonos del individualismo existencial, propongámonos colectivamente nuevos lances y tengamos deseos milagrosos. Anhelemos porque el presidente de la República, Luis Abinader, sea iluminado para que mantenga el equilibrio y la inteligencia; que renueve su gabinete, pavimente calles, aceras y contenes, refuerce los programas sociales e incremente los subsidios para mitigar la inflación.

Aboguemos porque otras autoridades abandonen la inercia y los temores para poner freno a los motoristas y que estos no sigan partiéndose costillas y piernas, y porque se les aplaque el cerebro a los que delinquen, desde un escritorio hasta el callejón del barrio. Estos 365 días no comenzarán con la aplicación de nuevos tributos -como ha sido propuesto-, y con la aspiración de que no aumente el pesado fardo de sufrimientos y agobios de amplios sectores marginados y las capas medias, derivación de un proceso inflacionario universal que ha estado reduciendo la demanda de bienes y servicios.

¿A qué más podemos aspirar? Anhelemos porque se mantenga la tasa de interés monetaria, con el propósito antiinflacionario; por más crecimiento económico y más racionalización en el gasto público. También, para que no varie el tipo de cambio y sean colocados bonos en las bolsas internacionales.

Todo lo anterior estará condicionado por la fluctuación de los precios del petróleo, las guerras ruso-ucraniana e israelí-Hamas, los otros conflictos en el Oriente Medio y la salud del presidente Abinader, para garantizar la estabilidad de la Nación.

El 2024 llega con avances y luz entre tinieblas. Más allá de los déficits fiscales y otros escollos, una buena nueva la representan los acuerdos entre las potencias para reducir los gases de efecto invernadero y prevenir el calentamiento global, el descubrimiento de nuevos planetas, algunos de ellos están a 600 años-luz de la tierra, y la fabricación de medicamentos.

Son sorprendentes, porque están cambiando el futuro de la humanidad, los adelantos de la genética, la neurociencia, la medicina y la exploración espacial. Ya tendremos un arroz perenne, que asegura una agricultura más llevadera, para abastecer a un mayor número de personas; un descodificador cerebral traduce los pensamientos humanos y devuelve el habla a quienes la han perdido, toma auge la Inteligencia artificial y sobresale que los hombres que carecen de belleza física conquistan con más facilidad a mujeres bonitas.

En el plano nacional se registran miles de nuevas marcas de productos y se informa que en el 2024 serán creados más empleos y que -de continuar por el actual ritmo- habrá un buen dinamismo de las inversiones locales y foráneas, y se mantendrá la tan imprescindible consistencia macroeconómica.

Estos y otros reportes positivos sobre el universo y los conocimientos humanos son un avance para la humanidad y avizoran que no todo será calamidades. Más que pensar en colmenas perdidas y abejas sin comida, tenemos que ser optimistas y encender una bombilla en la tenebrosidad.

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