Un grave escándalo periodístico se oculta dentro de otro de carácter sexual
Por Michelle Goldberg
The New York Times
Columnista de Opinión
Algo que casi respeto de American Canto, el caótico y elíptico nuevo libro de Olivia Nuzzi sobre las implosiones simultáneas de su vida y la de Estados Unidos, es que no complace. Nuzzi, quien fue corresponsal en Washington para la revista New York, sabe lo que los lectores quieren de ella: la historia de su desconcertante romance con Robert F. Kennedy Jr. y la desagradable ruptura con Ryan Lizza, su colega periodista. Escribe que cuando su jefe en Nueva York se enteró de su relación con Kennedy, de quien había hecho un perfil para la revista, le dieron la opción de salvar su carrera y decirlo públicamente. “Cuéntalo todo”, escribe. “No escatimes en ningún detalle, salva el trabajo y la vida tal como era”.
Si ese acuerdo estaba realmente sobre la mesa, no lo aceptó entonces ni lo acepta ahora. En lugar de ello, en American Canto hace que cualquier lector ávido de detalles morbosos recorra un pastiche grandilocuente y posmoderno que intenta ubicar su catástrofe personal en el contexto de nuestra catástrofe colectiva. Intercalados con el flujo de conciencia de Nuzzi, hay datos sobre ataques de drones, muertes por armas de fuego e incendios forestales; pasajes largos con diálogos de preguntas y respuestas, incluso con Donald Trump; un documento judicial que detalla la agresión al marido de Nancy Pelosi; un informe del FBI sobre el hombre que escribió el libro infantil Harold y el lápiz color morado, y citas de personajes como Friedrich Nietzsche, Carl Jung y Jane Birkin.
Es un revoltijo pretencioso, pero también atrevido. No parece tanto un intento de justificarse ante el mundo del Beltway, que alguna vez habitó, sino de catapultarse por encima de él, hacia los ámbitos más agradables del arte y la celebridad literaria. “Nunca me había interesado la política, exactamente”, escribe. Su preocupación, por lo que puedo ver, era y es el cultivo de su propia mística. Quizá por eso tenía una comprensión tan intuitiva del mundo de Trump.
Si sí te interesa la política, las evasivas de American Canto son exasperantes. En respuesta al intento de reinvención de Nuzzi, Lizza ha ido publicando en internet su versión de la historia, y ha alegado violaciones escandalosas de la ética periodística por parte de su ex. Quizá la más grave sea su afirmación de que Nuzzi utilizó sus habilidades de reporteo para desenterrar posibles historias negativas sobre Kennedy y así poder anularlas o adelantarse a ellas. Es posible que Lizza no sea un narrador fiable, pero el libro de ella sugiere que estas acusaciones son ciertas al menos en parte, lo que convierte todo el episodio en un escándalo periodístico grave que yace oculto dentro de otro de carácter sexual.

Ella describe cómo alertó a Kennedy, a quien llama “el Político”, de una noticia que estaba saliendo a la luz sobre cómo tiró el cadáver de un osezno en Central Park, y le dio instrucciones para que se adelantara. Gracias a su intervención, él publicó un video propio contando la historia a Roseanne Barr antes de que se publicara en The New Yorker. Incluso mientras cubría la campaña presidencial de 2024, Nuzzi actuaba en secreto como asesora de Kennedy. “No era mi lugar ni mi interés decirle lo que tenía que hacer, sino serle útil y apoyarlo mientras sopesaba sus opciones”, escribe.
Un aspecto extraño del libro —que le confiere una cualidad distante y carente de afecto— es que Nuzzi no parece reconocer que su colaboración con Kennedy fue una grave traición profesional. Culpa a Lizza, al que se refiere como “el hombre con el que no me casé”, de hacer pública su vida privada como parte de una campaña de acoso contra ella, y parece creer que, al despedirla, la revista New York fue cómplice. Nuzzi escribe que a la publicación la “asustaron para que participara en lo que yo consideraba un asedio de terror hiperdoméstico”. Su total falta de introspección, al menos en la página, resulta vagamente extraña.
A lo largo del libro, introduce casualmente información sobre Kennedy que, de ser cierta, habría sido de gran interés público antes de sus audiencias de confirmación ante el Senado para convertirse en secretario de sanidad y servicios humanos. Kennedy, quien padeció una adicción a la heroína, está oficialmente sobrio, pero, según Nuzzi, consume psicodélicos por diversión. Escribe que “no se le dan bien las crisis” y que “no manejaba bien el estrés”. Hacia el final, escribe, casi como un inciso, que tenía un carácter aterrador. “El hombre que gritaba no era quien yo creía conocer”, escribe. “El hombre que gritaba era el hombre que otros me habían dicho que temiera”.
Sin embargo, Nuzzi, quien nunca escapó del todo a la influencia de Kennedy, parece considerar estos defectos como una cuestión personal. “Mientras los senadores entraban en la cámara, recé para que el Político fuera protegido, recé para que Dios lo utilizara como una fuerza del bien, y de ese modo recé también por mí, por mi propia redención”, escribió conforme veía la confirmación desde California.
American Canto quiere captar la atmósfera de amenaza paranoica y ambiental que ha estado asfixiando a este país durante la última década, pero Nuzzi no muestra ninguna conciencia del papel de Kennedy en el resquebrajamiento de la realidad consensuada mediante su conspiranoia antivacunas. A Nuzzi le gustan los hechos portentosos, así que aquí va uno: la semana pasada, Kentucky anunció la tercera muerte infantil por tosferina en el último año. “Ninguno de los bebés que murieron de tosferina en Kentucky en los últimos 12 meses había sido vacunado ni tampoco sus madres”, dijo el Departamento de Salud Pública de Kentucky.
Pero si Nuzzi no está en vías de redención en un sentido moral, hasta hace poco, la resurrección de su carrera parecía estar funcionando. Ahora vive en Malibú, y describe salir de fiesta con el tipo de gente que se preocupa por la presencia de microplásticos en sus popotes, gente que probablemente no le echará en cara su complicidad con Kennedy. En septiembre, se convirtió en la editora de la costa oeste estadounidense para Vanity Fair. Un desnudo abstracto de ella, el cual se expondrá en el Art Basel de Miami, al parecer se incluye en el número dedicado a Hollywood de la revista.
Los textos salaces de Lizza pueden acabar por obstruir el futuro de Nuzzi en el periodismo; The New York Times ha informado que Vanity Fair está revisando sus vínculos con ella. Al mismo tiempo, las publicaciones de Lizza han avivado el interés por el libro de ella, del mismo modo que el libro de ella ha impulsado el boletín online de él. Después de que se hiciera pública la relación de Nuzzi con Kennedy, escribió, ella le aconsejó sobre el control de daños. “Piensa en una historia como en un incendio”, dijo. “Para detener el avance del fuego, priva a la historia de su oxígeno: nueva información”.
Juntos, Lizza y Nuzzi mantienen vivo el fuego de sus reputaciones incineradas. Pocas veces el escándalo se ha parecido tanto al arte del espectáculo.
The New York Times

