Una epidemia de locura

J.C. Malone

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Hay cerca de 12 nacio­nes, en Áfri­ca, Asia y Latinoamé­rica, que declararon esta­do de emergencia por la escasez alimenticia. Se es­tima que el hambre puede matar a millones de perso­nas. Mientras esto ocurre, las naciones más ricas del planeta comprometen mi­les de millones de dólares en gasto militar.

A lo interno de los Es­tados Unidos, la inflación devora los bolsillos. Hay un descontento genera­lizado. En Texas, el año próximo incluirán una pre­gunta en las elecciones pa­ra decidir si el Estado con­tinúa siendo parte de los

Estados Uidos o si se con­vierte en nación indepen­diente.

En Vermont resucitan el movimiento separacionista, mientras mucha gente de California se está mudan­do a México. Los estados de California, como Nueva York, se cuestionan si tiene sentido seguir tributando todo lo que tributan al Go­bierno Federal, recibiendo tan poco a cambio.

Los demócratas del Con­greso, de su lado, quieren someter al expresidente Donald Trump a la justi­cia para inhabilitarlo polí­ticamente. Si impiden que Trump sea candidato, es se­guro eso desatará serias di­ficultades a escala nacional.

Al mismo tiempo, la Orga­nización del Tratado del At­lántico Norte (OTAN) acu­mula tropas en torno a las repúblicas bálticas.

Todo indica que en Litua­nia estará el fósforo que en­cenderá un gran conflicto entre Rusia y la OTAN, por el acceso ruso a su territorio de Kaliningrado, en las costas del mar Báltico.

La OTAN dará entrada, de manera expedita, a Suiza y a Finlandia.

En Ucrania seguirán me­tiendo miles de millones de dólares en armamentos.

El presidente Biden cons­pira abiertamente contra el presidente ruso, Vladimir Putin, pero un grupo de de­mócratas conspira contra Bi­den. Preparan un candidato para enfrentarlo en las próxi­mas primarias presidencia­les.

Muchos creen que es “ur­gente” reducir la emisión de gases contaminantes, pero la Suprema Corte de Justicia evacúa una sentencia com­plicada para Biden.

La Agencia de Protección Ambiental, dice la corte, no tiene autoridad constitucio­nal para trazar políticas limi­tando las emisiones.

Esa es una inmensa prohi­bición legal a los esfuerzos de Biden para reducir emisiones y alcanzar las metas puestas por el Foro Económico Mun­dial, de Davos, Suiza. Biden intenta controlar el mundo exterior, Ucrania, Lituania, Rusia, China y Taiwan, pero su mundo interno se le de­rrumba encima.

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