Vargas Llosa y la novela policial
Mario Vargas Llosa es, quizás, el más importante escritor vivo de la lengua española. Su obra, los premios y honoris causa recibidos y su permanente presencia en el debate internacional, lo hacen imprescindible.
Sobre su obra, y como es lógico, algunas tienen una gran construcción, densidad y profundidad, lo que las hace únicas; pero en otras el nivel de hondura es mucho menor. Esto, sin dudas ayudado, por lo constante de su producción la cual, de forma extraordinaria, ha aumentado con los años, a razón de casi un libro nuevo cada dos o tres años, esto para un hombre de 86 años de edad.
Y, en la esfera pública, Vargas Llosa emite declaraciones constantes sobre temas políticos y mantiene desde hace años una columna de opinión en el periódico español “El País”, desde la cual, además de los temas culturales, libros o autores, fija posturas sobre la realidad política internacional y golpea de forma sistemática a la izquierda latinoamericana. Al respecto, la izquierda dice que cada candidato presidencial que Vargas Llosa apoya públicamente pierde y se burlan de su firme liberalismo.
Recientemente, sobre un tema estrictamente literario, el ganador del premio Nobel del año 2010, casi borró de un plumazo a la novela policial. Dijo sentirse muy “inquieto” por escuchar que Javier Cercas “iba a escribir una novela policial”, argumentando, sorprendido, que: “¿Quién le mandaba a uno de los mejores escritores de nuestra lengua, después de haber escrito esas obras maestras que son, entre otros libros suyos, “Soldados de Salamina”, “Anatomía de un instante” y “El Impostor”, escribir una de esas novelitas que tienen más de adivinanza y cálculo que de literatura?”
Luego, continúa sus críticas sobre el género policial, sosteniendo que el mismo es, tan simple y predecible que, a duras penas, consiste: “En que haya un asesinato y en descubrir –antes de que lo haga el autor– al gestor del crimen”. Además, dice que: “hay un momento, que no es fácil de precisar, en que la novela policial deja de ser literatura y se convierte en otra cosa: en mera adivinanza”. Además, considera que: “(…) la literatura puede cambiar la vida de las personas, y una novelita policial solo es capaz de entretener un rato a los lectores, o incluso pervertirlos, al extremo de que aquellas novelitas les obturen la asimilación de la verdadera literatura”.
Esta postura de Vargas Llosa podría ser vista como elitista, en contra de un género que tiene no solo grandes cultores, sino grandes admiradores. Las “novelitas policiales”, por ejemplo, eran idolatradas por escritores de la estirpe de Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti y Jorge Luis Borges, que no solo las leía con deleite, sino que escribió textos policíacos, solo y a dos manos junto a Bioy Casares, aprovechando lo universal del género. Sin la novela policial no tendríamos “El jardín de senderos que se bifurcan” (Borges), por ejemplo, ni las historias escritas por Bustos Domecq (Borges-Bioy). Pero lo interesante del asunto es que a los dos últimos autores citados, Vargas Llosa les dedicó dos sendos libros de ensayos, y dice admirarlos con firmeza: “El viaje a la ficción” (Juan Carlos Onetti) y “Medio siglo con Borges”.
Entonces, no fue muy lejos en su crítica Vargas Llosa, ¿Debería devolverse? Como decimos acá.