Hay que proteger productores de arroz

Alfredo Freites

Los financistas vaticinan un año muy difícil para la economía mundial y en lo que respecta a nuestro país parece que hay una versión distinta porque seguimos sin adoptar las medidas pertinentes aumentando la deuda sin buscarle solución al problema.

Una de nuestras mayores fuentes de dificultades es la desatención del aparato productivo nacional para recobrar nuestra seguridad alimentaria y eludir los daños de la inflación, ahí está por ejemplo una ley de tasa cero de la que no se han analizado ni divulgado sus efectos para determinar los daños reales.

Otra pereza visible es la que se percibe con la aplicación del acuerdo DR-Cafta que permitirá el ingreso del arroz norteamericano con una disminución progresiva de impuestos y  libre  ingreso de carne de pollo desde el mercado norteamericano, lo que llevará a la ruina a nuestros productores y nadie mueve un dedo.

Así ocurre con la peste porcina porque nadie sabe que está pasando con ese rubro; se dan palos a ciegas tan sorpresivos como la prohibición de exportar huevos cuando pocos días antes se hablaba de superávit.

Enfocarse en presunción de daños y sacar el paraguas cuando anuncian lluvia no es mala decisión. Se habla de crisis en la economía norteamericana, una situación que nos afectará con en el ingreso de turistas, la entrada de remesas, disminución de zonas francas y otras exportaciones.

Entretanto, seguimos jugando a la ficción de disminución de la inflación mientras la canasta básica, la comida de los pobres, sigue aumentando y aunque se conoce esa cruda realidad, vivida sobre todo en el periodo navideño, se sigue olvidando el estómago de población solo pensando en la reelección.

Hay que buscarle salida a lo que se avecina con el DR-Cafta para que después no haya lamentaciones: la quiebra de los productores de arroz generará desempleo y nos dejara sin independencia alimentaria en el principal rubro de la dieta dominicana.

Se anuncia un año pesaroso no debemos cerrar ojos y oídos sino prepararnos. Jugar a la política con el estómago de los pobres es una mala decisión.

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