Las ocurrencias de López Obrador y su omisión al irrespeto a los principios democráticos (Video, Obrador responde a Jorge Ramos)

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Por Manuel Jiménez

En diciembre de 1994 viajé a la ciudad de Miami enviado por el periódico Hoy para dar cobertura a la 1ra Cumbre de las Américas, auspiciada por Estados Unidos, a la que asistió el entonces presidente Joaquín Balaguer en representación de República Dominicana, y otros líderes de la región “democráticamente electos”.

 Esta Cumbre aprobó 59 mandatos basados en 23 temas. La Declaración de Principios estableció un pacto para el desarrollo y la prosperidad basados en la conservación y el fortalecimiento de la comunidad “de las democracias de las Américas”.

En estos días dialogaba con unos amigos sobre la postura del original presidente mexicano, José Manuel López Obrador, de que, a esta IX Cumbre de Las Américas, convocada por Estados Unidos para este seis de junio en Los Ángeles, California, deben estar representados todos los países del continente, sin exclusión.

Esto lo acompaña con una frontal advertencia a los Estados Unidos: De mantenerse la negativa para que a esta cita acuda Cuba, Venezuela y Nicaragua la silla reservada para él presidente de los Estados Unidos Mexicanos estará vacía.

Sin in embargo, recientemente, ha adornado el caramelo diciendo que en caso de que el Departamento de Estado no curse invitaciones al cubano Miguel Díaz Canel, al venezolano Nicolás Maduro y al nicaragüense Daniel Ortega, México se haría representar por una delegación oficial.

Si usted partiera de un razonamiento meramente geopolítico parece entendible que si se convoca a una cumbre americana lo lógico es que todos los países de la región estén representados, al fin, son partes del Continente; pero, además, siguiendo la lógica de la ocurrencia del líder mexicano «somos países libres, independientes» que no tienen que estar sometidos a las decisiones unilaterales de Washington en su calidad de anfitrión. En pocas palabras, López Obrador les está diciendo a Estados Unidos que no tienen la potestad de decidir quién visita su casa y de establecer condiciones previas.

Cuál es el tema: El Departamento de Estado tiene clasificados a Cuba, Venezuela y Nicaragua como países donde imperan regímenes de fuerza, negadores de derechos humanos fundamentales; reprimen, coartan el libre ejercicio de derechos ciudadanos y políticos a sus opositores; a quienes, por demás, encarcelan de forma arbitraria, sin ninguna garantía de procesos judiciales imparciales, pues nos existe independencia en los poderes de Justicia

Partiendo del criterio de López Obrador, es lo mismo Daniel Ortega en Nicaragua que Gabriel Boris en Chile, un jefe de Estado a quien recientemente un Mapuche le propinó una pedrada en la espalda y no pasó nada. Pero, en cambio, Ortega, que luchó armas en manos para restablecer la democracia en su país y finalmente llegó al poder por elección popular, ha metido a la cárcel a 120 opositores solo por cometer el «delito» de hacerle oposición y algunos de ellos atreverse a tener la «la osadía» de aspirar a la Presidencia de la República en lo que se supone como un ejercicio de democracia y respeto a la disidencia.

Pero esa disidencia no la respeta Ortega, ni siquiera en el campo social, hasta la fecha ha disuelto de un plumazo a 96 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que prestan asistencia a grupos vulnerables de la población, sin ninguna otra justificación que no sea por cuestionar con su accionar políticas públicas nunca orientadas al bienestar colectivo.

Siguiendo por el mismo hilo, para el siempre buen ocurrente López Obrador, la situación imperante en Cuba es justamente la misma de República Dominicana, un país de Las Antillas Mayores que desde 1966 ha estado organizando y celebrando elecciones que cuestionadas o no siempre han tenido una solución en el marco de la democracia, impulsando una estabilidad política que abrió las puertas al crecimiento económico sostenido hasta proyectarse como una nación ejemplo en la región. En Cuba, en contraposición, no hay elecciones democráticas, se reprime a los opositores, la iniciativa privada no tiene espacio y la elección del presidente la impone el Partido Comunista en consultas donde no hay contrincante. La disidencia se paga con la cárcel, como ha ocurrido con los líderes de los últimos movimientos de protestas, todos condenados por la «justicia cubana» a penas excesivas y en juicios sumarios.

Para el simpático mandatario azteca la «democracia» en Venezuela es la más parecida a la del resto de los países del continente con sus defectos y virtudes, incluyendo su propio país, donde al menos impera un régimen electoral que permite la sucesión en el poder mediante elecciones con resultados que se respetan, al igual que Argentina, Ecuador, Brasil y Colombia.

A Obrador no le interesa, por lo visto, ni por asomo, los muertos en Venezuela luchando en las calles porque se garantice el ejercicio democrático, las amañadas elecciones en las que Nicolás Maduro se ha proclamado presidente con la complicidad del Consejo Electoral, pero igualmente le importa un bledo los más de seis millones de venezolanos que han tenido que huir de la miseria, de la falta de oportunidades, de la escasez y de la represión aventurándose a mejor suerte en diversos países del mundo

En conclusión, según el predicamento del izquierdista AMLO, los presidentes democráticos de la región, incluyéndolos a él,  tienen que codearse y compartir espacio en un foro regional de gobiernos “electos democráticamente” con estos tres ejemplos de «de buen ejercicio democrático», «venerados y electos”  por sus pueblos en procesos “libres y transparentes” en reconocimientos a sus esfuerzos para “abolir pobreza”, “garantizar bienestares colectivos” y, sobre todo,  ser «tolerantes» frente  a la disidencia. ¡Unas joyas!. Definitivamente, tenemos que concluir que andamos mal, pero muy mal….

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