No basta con eliminar la corrupción

Por ARISMENDI DÍAZ SANTANA

En el 2022 el Servicio Nacional de Salud (SNS) produjo 36,339,291 servicios: 6,190,670 consultas ambulatorias, 4,471,030 emergencias, 24,823,930 análisis de laboratorio e imágenes, 84,994 partos, 325,413 cirugías y 443,254 hospitalizaciones.

Estos servicios equivalen a un costo de 16,635.1 millones de pesos, calculados a los precios promedios pagados por las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), incluyendo al SENASA. El cuadro siguiente presenta los cálculos, basados en la información publicada por la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL):

Pero el presupuesto del SNS del 2022 ascendió a 58,651.3 millones de pesos, un monto considerablemente mayor que el costo de mercado de los servicios prestados. Descontando unos 10,000 millones por las funciones del SNS más allá de la atención a los pacientes, quedan unos 32,000 millones de pesos, gastados sin resultados tangibles para la población.

¿Por qué los servicios públicos de salud resultan tan costosos? Sólo para dimensionar el problema, con el presupuesto anual del SNS es posible triplicar la entrega de atención médica a favor de las familias más pobres y vulnerables, de paso reduciendo sensiblemente el gasto familiar de bolsillo.

Una medicina pública muy costosa

Estos resultados cuestionan el criterio de que los servicios públicos resultan más económicos que los privados, porque éstos últimos incluyen el afán de lucro. Pero ese “cálculo” no incluye la contrapartida pública del afán de lucro privado: el elevado costo del clientelismo, de la improvisación y de la corrupción administrativa.

Los servicios públicos pueden ser tan, o más costosos, cuando el afán de lucro público iguale o supere al afán de lucro privado. Se trata de una ecuación muy simple, pero difícil de cuantificar, porque mientras las ganancias no se ocultan y hasta se calculan, la corrupción se esconde y no se computa.

En nuestro caso, el presidente Luis Abinader ha cortado de plano la corrupción. Pero todavía existe una nómina hipertrofiada que no sólo consume el 83% del presupuesto, sino que además, acusa una productividad promedio muy baja. Tan costoso suele ser el exceso de personal, como el ausentismo y la pobre entrega de los servicios que la población necesita.

Estos resultados confirman lo que todo el mundo sabe, pero que pocos se atreven a revelar. Bernardo Vega señala como un “dato vergonzoso” que “tenemos un empleado público por cada seis habitantes”. El SNS tiene 88,087 empleados: 2.6 empleados por médico; 1.6 médicos por enfermera y una productividad de 1.9 consultas por día/médico. Esta situación explica el alto costo, la creciente privatización de la salud y el aumento del gasto de bolsillo.

Ante la falta de iniciativa de los gobiernos anteriores, el presidente Luis Abinader asumió el compromiso nacional de un cambio para elevar la eficiencia y satisfacción del sistema público de salud. Estos resultados indican que para lograrlo es necesario una revisión de la política de contratación del sistema público de salud

Fuente Acento

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