Nuevas oleadas migratorias llegan a Long Island en medio de una alta demanda de trabajadores

Por:Fernando Martínez

En el extenso estado de Nueva York, apenas a unas millas de la Gran Manzana, se encuentra Long Island, una extensa isla con 293 localidades que se caracteriza por barrios costeros, cómodas casas, lujosas mansiones, pero también pequeños vecindarios de una creciente clase trabajadora que cada vez tiene menos opciones en dónde vivir.

Allí, especialmente en pueblos como Hempstead, Brentwood y Los Hamptons la presencia de comunidades hispanas sigue en ascenso, al ritmo de una demanda laboral que despierta luego de los estragos de la pandemia, en áreas claves como la construcción, hospitalidad y otros servicios.

Todos los datos del Censo 2020 confirman este incremento poblacional, aunque con las nuevas oleadas migratorias de 2020, no hay dudas que las cifras oficiales son solo aproximaciones: Los latinos representan el 20.2% de los 2.9 millones de habitantes de Long Island, lo cual implica que son el grupo étnico minoritario más grande de estas localidades.

En total, existen 52 comunidades en donde los latinos constituyen el 20% o más de la población. Y el aumento de su presencia entre 2010 y 2020 fue cercano al 34%.

Hasta los años 70, casi que el 100% del este de Long Island eran comunidades totalmente blancas, ahora son pueblos más diversos: En promedio uno de cada cinco habitantes es de origen latinoamericano.

La chilena Isabel Sepúlveda es una activista comunitaria co-fundadora de la Organización Latino Americana (OLA) de Long Island que  atiende a inmigrantes que trabajan en East Hampton, Southampton, Riverhead, Southold y Shelter Island, poblaciones ubicadas al este de esta isla. Ella ha sido testigo de este crecimiento.

“Yo llegué hace 30 años a este lugar y en realidad era casi que la única latina. Hoy el panorama demográfico es muy diferente. Nuestras familias hispanas se han incorporado de manera creciente, como una mano de obra más que esencial y vital. Sin exageraciones, estas localidades del este de la isla no podrían funcionar, sin esta fuerza laboral”, asegura Sepúlveda.

En las áreas conocidas como el ‘East End’ la presencia de inmigrantes latinoamericanos, mayoritariamente de Ecuador, México, Colombia y países de Centroamérica, tiende a ser todavía mayor.

De acuerdo con datos compartidos por OLA, en esas comunidades, el 45% de los estudiantes de las escuelas primarias y secundarias son hispanos, el 23% de la población proviene de países suramericanos y el 58% de quienes se autodenominan inmigrantes, también son de origen latino.

Sin embargo, ante un aumento poblacional comprobado por la última consulta censal y que en los meses recientes parece estar repuntando, existen muchos desafíos para que estas familias puedan integrarse a su nueva vida.

“Hay mucho trabajo por hacer para que los servicios locales de las instituciones básicas como la salud y la educación, incluyan más servicios en español. Todavía no hay una comprensión muy clara de parte de los líderes electos, de lo que somos como cultura y qué significamos para la economía de estos lugares”, subrayó Sepúlveda.

Construcción
El sector construcción tiene un nuevo vigor en Long Island, pero no hay proyectos de viviendas asequibles (Foto: Pexels)

“Es más caro que NYC”

El ecuatoriano, José Echeverría, de 22 años, llegó a vivir a South Hampton apenas este verano. Hace 30 años familiares de su natal Manta vinieron a Nueva York. Su experiencia de meses podría describir la vida de miles de sus pares inmigrantes recién llegados.

“Hay mucho trabajo si sabes de construcción, jardinería, y servicios. Y quieres trabajar fuerte. Pero la vida es muy costosa. Es más caro que la misma ciudad de Nueva York. No se consigue una habitación pequeña por menos de $1,200. Y necesitas un carro porque no hay transporte público”, contó.

La experiencia de José es diferente a la de muchos que llegan a la deriva. Contó con el apoyo de sus primos y con la gran ventaja que desde pequeño aprendió el oficio de la construcción.

“Este mismo año, han venido muchos, pero muchos paisanos, gente muy trabajadora, que aprende muy rápido. Siguen viniendo porque con la pandemia la economía de nuestro país se complicó mucho. Y aquí más bien hay trabajo que nadie quiere hacer”, contó el trabajador de la construcción.

También la ecuatoriana Elsa Rodríguez, quien vivió varios años en Queens, se mudó recientemente a Hempstead, buscando una mejor calidad de vida para sus hijos adolescentes. Pero vivir aquí en una comunidad más tranquila y con una criminalidad que roza casi el 0%, también entraña otros problemas.

“Decidimos salir de la ciudad porque con las licencias de conducir para indocumentados podemos movernos con menos miedo. Además, porque es muy duro criar a unos jóvenes allá con tantas pandillas y drogas. Pero no es tan fácil conseguir trabajos fijos. Todo es carísimo. Solo hay trabajitos ocasionales, especialmente para quienes no tenemos papeles. Como todo. Hay pros y hay contras de vivir aquí”, destacó Elsa.

Repunte inmobiliarioSólo para ricos

Mientras varias familias millonarias y jóvenes profesionales están huyendo de la Gran Manzana teniendo como destino de residencia permanente, lugares paradisíacos costeros como ‘Los Hamptons’, en donde se encuentra el inventario de bienes raíces más costoso del país, existe en paralelo una demanda de servicios que solo los hispanos están supliendo. Pero cada vez con más dificultades.

A futuro, ni siquiera en planos, existen proyectos importantes de viviendas asequibles para la clase trabajadora.

Por ejemplo, el testimonio de la trabajadora doméstica ecuatoriana, Narcisa López quien comanda a un grupo de empleadas de limpieza, se aproxima a describir la vida de centenares de inmigrantes: el costo de vivir en estas localidades cada vez se hace “inalcanzable” para una familia “que no gane millones”.

“Vivimos apretados en una casa varias familias para poder sobrevivir. Y este año toda la renta de las casas para los pobres, la pusieron como para ricos. Es duro”, concluyó.

Una clase trabajadora esencial

En esta dirección, Guillermo Chacón, portavoz de la Coalición de Inmigrantes de Nueva York, destaca que justamente de la comunidad de inmigrantes de Long Island, particularmente en condados como Nassau, ubicado en la lista de los 10 condados “más poderosos” del estado, dependerá el crecimiento económico de estas regiones en el futuro.

“Mientras observamos que hay una escasez de empleados en sectores esenciales, hay miles de personas entusiastas, con ganas de trabajar, y les cuesta incorporarse a industrias vitales porque entre otras razones, no cuentan con un estatus migratorio. Nunca hay que dejar de insistir a nuestros líderes electos que tienen que llenarse de valor y entender que son comunidades que serán el salvavidas de la economía“, argumentó el activista.

Chacón refiere que hay un crecimiento del consumo, un aumento de la demanda de servicios y la perspectiva de un despegue económico en suburbios adinerados de la ciudad de Nueva York, luego de la devastadora pandemia. Pero difícilmente esto será posible, si no se mira “con más dignidad y respeto” la inclusión de la clase trabajadora inmigrante.

En efecto, entre las particularidades de Long Island se encuentra que algunas industrias como del entretenimiento y restaurantes, están lidiando en los últimos meses con una escasez creciente de trabajadores.

Por esta razón, como explica Arelia Tavares, presidenta de la Asociación de Restaurantes del Estado de Nueva York, al término de este verano uno de los principales “cuello de botella” que tuvo este sector en tiempos de recuperación económica, ha sido la poca mano de obra calificada en ciertas localidades del estado, fuera de la Gran Manzana.

El altísimo precio de la renta habitacional es un problema. En muchas ocasiones los dueños de los restaurantes deben incluir en sus paquetes laborales a los trabajadores especializados la renta para poder traerlos a estas localidades. Obviamente, eso implica costos operativos muy elevados en los meses de más demanda. Muchos asociados me han insistido: !No hay trabajadores!

Un verano que sumó más trabajadores

De acuerdo con datos del Departamento de Labor en la región de Long Island que incluye los condados de Suffolk y Nassau, la cantidad de empleos en el sector privado aumentó en 3,300 entre junio y julio, sin tomar en cuenta los ajustes estacionales, cuando es típica una pérdida de 2,500 plazas.

La contratación en el sector del ocio, hoteles y restaurantes superó su ganancia típica de estos meses de verano. Solamente en julio, se sumaron 5,400 puestos de trabajo, superior a la ganancia media de 3,700.

Con datos precisos se pudo observar que los bares y restaurantes de Long Island suelen recortar las nóminas en julio a medida que termina la temporada de verano, este año por el contrario esta industria sumó 1,000 trabajadores cuando normalmente reducen su fuerza laboral.

En general, el empleo en los bares y restaurantes de estas zonas costeras neoyorquinas está en un récord para el mes de julio y es 300, o 0.3 por ciento, por encima de los niveles previos a la pandemia, específicamente en el verano de 2009.

Pero en estas estadísticas no cuentan los trabajos informales como los realizados por los jornaleros o trabajadoras domésticas, que podrían multiplicarse por centenares. Tampoco para quienes trabajan de manera estacional en las granjas de estas localidades, posiciones ocupadas en casi un 95%, por inmigrantes hispanos.

Más hispanos en Long Island

  • 33,5% aumentó la población con raíces latinoamericanas en Long Island (LI) entre 2010 y 2020.
  • 589,384 latinos se contaron en el Censo 2020, lo cual representa un 20.2% de LI cuya población total asciende a 2,9 millones de personas.
  • 7 comunidades de LI tienen a familias hispanas como la mayoría étnica, entre estas localidades se encuentra Hempstead Village, donde este grupo representan el 50.1% de los más de 59,000 residentes.
  • 2.9% fue la tasa de desempleo en LI en julio, mientras que el promedio de NY es 4.4%
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